Usar tecnología después de los 50 puede proteger el cerebro, según un estudio


Un estudio reciente desafía la noción extendida de que el uso habitual de tecnología digital perjudica la salud cognitiva. Al contrario, investigadores de la Universidad de Baylor y la Universidad de Texas, en Estados Unidos, concluyeron que el uso cotidiano de celulares, computadoras e internet podría proteger el cerebro del deterioro cognitivo en adultos mayores de 50 años.

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La investigación, publicada en la revista Nature Human Behavior, analizó datos de más de 400.000 personas con una edad promedio de 69 años a lo largo de seis años. El resultado fue contundente: el uso regular de tecnologías digitales se asocia con un 58% menos de riesgo de deterioro cognitivo en este grupo etario.

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Este hallazgo respalda la hipótesis de la “reserva tecnológica”, una teoría emergente que sugiere que la interacción frecuente con dispositivos digitales puede fomentar comportamientos y habilidades que preservan la función cerebral. Esta perspectiva contrasta con la conocida “hipótesis de la demencia digital”, propuesta por el neurocientífico alemán Manfred Spitzer en 2012, que advertía sobre el impacto negativo del uso excesivo de la tecnología en las capacidades cognitivas.

“Casi todos los días se escucha en los medios que la tecnología daña el cerebro. Se habla de ‘fuga de cerebros’ o de ‘podredumbre cerebral’”, señaló el doctor Michael K. Scullin, profesor de psicología y neurociencia en la Universidad de Baylor. “Como científicos, queríamos saber si esto era cierto. Lo que encontramos fue todo lo contrario”.

Los investigadores definieron el uso de tecnología digital como la interacción con computadoras, teléfonos inteligentes, internet o una combinación de estos. Evaluaron cómo estas actividades cotidianas, muchas veces subestimadas, pueden representar un estímulo mental beneficioso para quienes las practican.

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“El simple hecho de adaptarse constantemente a nuevas actualizaciones de software, resolver fallas de conectividad o filtrar anuncios en internet supone un esfuerzo cognitivo”, explicó Scullin. “Aunque estas tareas pueden ser frustrantes, también implican que el cerebro está trabajando, aprendiendo y adaptándose. Eso, a largo plazo, puede ser positivo”.

Otro aspecto relevante del estudio es la dimensión social de la tecnología. Las herramientas digitales, como videollamadas, mensajería instantánea y redes sociales, pueden reducir el aislamiento social, un factor de riesgo clave para el desarrollo de demencia. “Ahora podés hablar, ver y compartir momentos con tu familia, sin importar la distancia. La conexión constante puede reducir la soledad, lo cual es fundamental para la salud cerebral”, agregó Scullin.

Además, los investigadores destacaron el papel de la tecnología como soporte compensatorio. Aplicaciones de recordatorios, GPS, servicios bancarios digitales y agendas electrónicas pueden ayudar a mantener la independencia de los adultos mayores, incluso en presencia de un leve deterioro cognitivo. Este tipo de “andamiaje digital” contribuye a que las personas mayores conserven su funcionalidad en la vida diaria.

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Sin embargo, los científicos fueron cautelosos al señalar que, si bien el uso de tecnología parece ser beneficioso, aún no se conocen con exactitud los mecanismos biológicos y cognitivos que explican esta asociación. Recomiendan continuar investigando cómo influyen los diferentes tipos de tecnología, la frecuencia de uso y los momentos de la vida en que se produce la exposición.

Scullin reconoció que la tecnología también puede tener efectos negativos, como distracción o reducción de la interacción cara a cara, pero consideró que sus beneficios superan ampliamente los riesgos cuando se trata del uso en adultos mayores.

El especialista concluyó con un consejo para las familias: “Si tenés un padre o abuelo que evita la tecnología, tal vez sea momento de enseñarle. Podés empezar con algo simple, como una app de fotos o el calendario del celular. Con paciencia, el aprendizaje puede ser enriquecedor y protector para su salud mental”.

Así, en tiempos donde la tecnología se vuelve omnipresente, este estudio ofrece una visión esperanzadora sobre su impacto en el envejecimiento cognitivo. Más que una amenaza, podría ser una herramienta clave para envejecer con mejor calidad de vida.