Amaranthus, la súper maleza que preocupa a América
Un estudio reciente sobre una súper maleza que abarcó toda América, liderado por la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), reveló un preocupante nivel de resistencia a los herbicidas en distintas poblaciones de la maleza Amaranthus, conocida popularmente como “Yuyo colorado”. Esta planta, una de las más problemáticas para los agricultores en el continente, demostró una notable capacidad de adaptación y resistencia a varios productos químicos, especialmente al glifosato, uno de los herbicidas más utilizados.
La investigación, en la que participaron universidades de todo el continente, evaluó la respuesta de 50 poblaciones de Amaranthus a distintos herbicidas y halló que la resistencia no se limita al glifosato. Según los investigadores, los resultados subrayan la necesidad de implementar prácticas de manejo integrado de malezas para frenar el avance de esta supermaleza, que afecta tanto a cultivos de soja como de maíz y que amenaza seriamente la economía agrícola de la región.
La evolución de la resistencia de la súper maleza Amaranthus
Julio Scursoni, docente e investigador de la FAUBA, explicó que la resistencia de Amaranthus y otras especies de malezas se debe en gran parte al uso repetitivo de herbicidas con el mismo modo de acción, un proceso que comenzó a observarse en la agricultura mundial hace casi 50 años y que se intensificó en Argentina desde la década del 2000, coincidiendo con la expansión de la soja transgénica resistente a glifosato. “Cuando se usa repetidamente un mismo herbicida, solo los individuos que poseen resistencia genética sobreviven, y con el tiempo, esta proporción aumenta hasta generar poblaciones resistentes”, explicó Scursoni.
El estudio, publicado en la revista científica Advances in Weed Science, tenía dos objetivos principales: describir las especies de Amaranthus presentes en sistemas productivos de América y evaluar su respuesta a distintos principios activos de herbicidas. En América del Norte, se identificaron cuatro especies de Amaranthus (A. hybridus, A. palmeri, A. tuberculatus y A. retroflexus) como las de mayor resistencia, mientras que en América del Sur, A. retroflexus, A. hybridus y A. palmeri son las especies que plantean los mayores desafíos.
El desafío del glifosato y otros herbicidas
Uno de los hallazgos más destacados del estudio fue la alta tasa de supervivencia de Amaranthus al glifosato en la mayoría de las poblaciones evaluadas. “Sólo una población resultó ser susceptible al glifosato”, señaló Scursoni, quien también observó resistencias significativas a otros herbicidas, como el topramezone. Por otro lado, el fomesafen mostró resultados variados, con algunas poblaciones de Amaranthus muy resistentes y otras aún susceptibles.
Sin embargo, el estudio también reveló que algunas poblaciones de Amaranthus en Argentina son todavía susceptibles a herbicidas como 2,4-D y dicamba, lo cual podría ofrecer una alternativa de manejo. Aun así, Scursoni advirtió sobre los riesgos de usar estos productos en exceso: “Si bien la soja resistente a estos herbicidas ofrece una herramienta adicional, una aplicación masiva y continua podría terminar generando poblaciones resistentes, como ocurrió con el glifosato”.
Limitaciones y alternativas en el manejo integrado de malezas
El fenómeno de la resistencia a herbicidas plantea la necesidad de adoptar estrategias de manejo integrado para reducir la dependencia de estos productos. Scursoni explicó que una de las prácticas recomendadas es la rotación de cultivos, la cual permite alternar entre herbicidas con diferentes modos de acción y reducir la presión selectiva sobre las malezas. También destacó el uso de tecnologías innovadoras, como cosechadoras equipadas para triturar semillas de malezas, impidiendo que estas vuelvan al suelo y reduzcan el banco de semillas en los lotes.
No obstante, Scursoni subrayó que las circunstancias prácticas muchas veces limitan la aplicación de estas estrategias de manejo a largo plazo, particularmente en sistemas de explotación agrícola con alta proporción de arrendamientos. En estos casos, los contratistas agrícolas buscan maximizar la rentabilidad a corto plazo, lo cual reduce la viabilidad de implementar prácticas sostenibles. “Es necesario que tanto agrónomos como productores comprendan la importancia de manejar la resistencia de forma integral, aunque eso signifique un costo adicional a corto plazo”, sostuvo.
El estudio de FAUBA sobre Amaranthus refleja una tendencia preocupante para la agricultura: la resistencia a herbicidas se convirtió en un desafío estructural que requiere cambios profundos en las prácticas de manejo. Para reducir la proliferación de supermalezas como el Amaranthus, es fundamental que los productores adopten prácticas sostenibles, tales como la rotación de cultivos y la diversificación de herbicidas, en lugar de depender exclusivamente de un solo producto.
El desafío es lograr que tanto los sistemas de explotación agrícola como las políticas de gestión de tierras fomenten la sostenibilidad a largo plazo. Implementar estrategias que permitan controlar las malezas sin recurrir a un uso excesivo de herbicidas es esencial para evitar que la resistencia se siga propagando. Como concluyó Scursoni, “la resistencia a herbicidas es un proceso natural, pero los agricultores y los agrónomos tienen la responsabilidad de evitar que se acelere”.