Sorgo escobero y Halloween: el insospechado aporte del campo a la celebración


La celebración de Halloween, de raíces anglosajonas, ha encontrado eco en muchas culturas y ahora en el sorgo, incluyendo las latinoamericanas, que la adaptaron con un toque propio. En Argentina, un cultivo tradicional ha encontrado relación con esta festividad: el sorgo escobero. Este sorgo, cuya cosecha es clave para la fabricación de escobas de paja, es conocido como “maíz de guinea” debido a su origen en el Golfo de Guinea (África), y su producción es significativa en varias regiones del país, especialmente en el noreste de Buenos Aires y Formosa.

A diferencia de otros tipos de sorgo, la planta del sorgo escobero es baja en altura (1,7 metros) y posee una panoja con fibras largas y flexibles, ideales para la confección de escobas y cepillos desde hace más de 300 años. Estas escobas, elaboradas artesanalmente, han trascendido generaciones y simbolizan tanto el trabajo manual como la conexión con la tierra y las tradiciones.

Crecimiento del cultivo y el papel de la genética

En Argentina, el sorgo escobero es impulsado por mejoras genéticas desarrolladas en colaboración entre el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) de Manfredi, Córdoba, y de El Colorado, Formosa, que han dado lugar a la variedad “Petaco INTA.” Esta semilla es especialmente adaptada para la producción de escobas, y su baja estatura facilita una cosecha manual más eficiente. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en 2023 la superficie sembrada de sorgo estándar en Argentina alcanzó aproximadamente un millón de hectáreas, con una producción estimada de 3,3 millones de toneladas, un aumento interanual del 5,3%.

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Un proceso artesanal que preserva la tradición

La cosecha del sorgo escobero es una labor artesanal: se realiza manualmente y la planta se recolecta cuando alcanza un color verde particular, similar al de un grano de arveja, para garantizar la calidad de las fibras. El secado se realiza en galpones especiales que protegen la paja de la luz directa. En condiciones óptimas, el rendimiento del escobero puede ser de hasta 100.000 plantas por hectárea, con una producción de fibra que varía entre 800 y 1.200 kilos por hectárea, de los cuales se fabrican entre 7.000 y 8.000 escobas.

Para su comercialización, algunas empresas compran la paja y seleccionan la mejor calidad para el mercado de exportación y para abastecer las escoberías locales. La demanda, en particular para el mercado internacional, prefiere fibras de tono amarillo-oro, color que se consigue en condiciones de veranos secos.

Una tradición que perdura en tiempos modernos

El sorgo escobero, cuyo uso se remonta a los años treinta en el noreste bonaerense, alcanzó su auge en el país antes de ser reemplazado parcialmente por el plástico en el mercado de escobas. No obstante, sigue siendo una actividad relevante para pequeñas familias productoras que dependen de esta actividad artesanal, que requiere mano de obra intensiva y técnicas rudimentarias. A lo largo de los años, esta actividad ha mantenido viva una tradición que conecta generaciones y fortalece las raíces del campo argentino.

El escobero no solo representa una actividad agrícola sino también un legado cultural: las escobas hechas con esta fibra evocan escenas de la vida cotidiana y la simplicidad de lo artesanal. Como menciona Fernanda Bireni, de CIPAGA, el uso de estas escobas es un recuerdo común de muchos hogares, y su presencia es tan simbólica de limpieza como de historias de hadas y brujas, que resurgen en la imaginación popular en épocas como Halloween.

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El sorgo escobero en el contexto de la agricultura sostenible

En términos de sostenibilidad, el sorgo es un cultivo estratégico en el marco de la agricultura sustentable, que ayuda a conservar los recursos naturales. Aunque su producción es limitada en comparación con otros cultivos, representa una alternativa económica viable y respetuosa con el medio ambiente. Además, la agricultura, en general, contribuye a sistemas de producción sustentables y a la preservación de tradiciones locales en un contexto de economía circular.

En resumen, el sorgo escobero se ha posicionado como un elemento curioso y esencial en la relación entre el campo argentino y la cultura global. A través de su producción artesanal y su papel en la celebración de Halloween, este cultivo es un claro ejemplo de cómo la tierra, el trabajo manual y la tradición se encuentran en un solo objeto cotidiano, pero lleno de historia y simbolismo.