Soja: Un informe señaló que quedan US$ 11.000 millones sin vender
A menos de tres meses de finalizar el 2024, el campo argentino aún retiene una porción considerable de la cosecha de soja de la última campaña. Según estimaciones de diferentes analistas, hay unas 27 millones de toneladas sin comercializar, lo que representa un valor de hasta 11.070 millones de dólares a precios de exportación. Este volumen pendiente se convirtió en un elemento de interés tanto para el Gobierno, en su estrategia económica, como para el sector agropecuario, que maneja estos activos en función de las condiciones del mercado y del clima.
Un stock de soja que sigue esperando
Según un informe de Lorena D’Angelo, analista de mercados de AZ-Group, alrededor de 27 millones de toneladas de soja de la campaña 2023/2024 permanecen sin vender, lo que se traduce en un valor estimado de 8.400 millones de dólares a precios de productor. Por otro lado, Eugenio Irazuegui, de la firma Zeni, valoró el stock no comercializado en US$ 11.070 millones, considerando precios FOB (sin el descuento de retenciones y gastos de embarque).
El ciclo 2023/2024 significó una recuperación significativa para la soja argentina, con una cosecha que alcanzó los 50 millones de toneladas, mucho mejor que las 20-21 millones del ciclo anterior afectado por la sequía. Aun así, la comercialización fue moderada, lo que dejó una parte sustancial de la producción sin vender.
Este comportamiento es común entre los productores, que suelen vender su soja gradualmente a lo largo del año, ajustándose a sus necesidades financieras y a las fluctuaciones del mercado. En esta ocasión, varios factores contribuyeron a que las ventas sean aún más lentas. La falta de lluvias durante el invierno y el inicio de la primavera, así como la incertidumbre en los precios del mercado de soja, motivaron a los productores a retener su grano.
Impacto en la economía
La soja representa un recurso estratégico para la economía argentina, especialmente en un contexto en el que el país enfrenta desafíos macroeconómicos, incluyendo la necesidad de dólares para sostener las reservas internacionales. El remanente de 27 millones de toneladas podría proporcionar un alivio financiero significativo, en particular cuando se estima que el valor FOB de esa cantidad asciende a más de US$ 11.000 millones.
El Gobierno manifestó interés en mantener estable el dólar en los últimos meses de 2024, y los dólares provenientes de la exportación de soja pueden ser un factor clave para lograrlo. Sin embargo, la decisión final de vender está en manos de los productores, que podrían acelerar las transacciones una vez que los precios mejoren o cuando necesiten financiar las nuevas campañas.
Un clima incierto y siembras pendientes
Uno de los factores que ralentizó las ventas es la incertidumbre climática, un aspecto crucial en el manejo de la producción agrícola. La reciente falta de lluvias retrasó las decisiones de compra de insumos para la campaña 2024/2025, lo que a su vez demoró la venta de la cosecha 2023/2024. Sin embargo, las precipitaciones de las últimas semanas mejoraron el panorama en algunas regiones agrícolas clave del país.
Según D’Angelo, las lluvias recientes en la zona agrícola núcleo de Argentina permitieron avanzar con las siembras de granos gruesos, especialmente maíz y soja. No obstante, persisten dudas sobre el clima en las próximas semanas, con pronósticos que indican posibles lluvias adicionales que podrían afectar el ritmo de siembra, sobre todo en el caso del maíz, que tiene una ventana limitada antes de volverse vulnerable a enfermedades como el “mal de Río Cuarto”.
El experto de la Bolsa de Comercio de Rosario, Cristian Russo, subrayó la importancia de estas lluvias, ya que el 80% de la región núcleo recibió más de 30 milímetros de agua, con picos de hasta 88 mm en algunos lugares como Bigand. Esto resultó crucial para el trigo, el maíz temprano y el inicio de la siembra de soja, y brinda una perspectiva más optimista para la campaña que está por comenzar.
Lo que viene para el sector
El mercado de soja sigue en una posición estratégica, tanto por el volumen sin vender de la campaña pasada como por las perspectivas para la próxima siembra. Los productores podrían verse incentivados a vender parte de su stock para cubrir los costos de la nueva campaña, lo que traería alivio a la economía y fortalecería la oferta de divisas.
En paralelo, el aumento en la siembra de soja para la campaña 2024/2025 también se vislumbra como una apuesta fuerte del sector agrícola, con una previsión de 19 millones de hectáreas sembradas. Este aumento, combinado con los remanentes de la cosecha 2023/2024, podría generar una oferta masiva que presionaría los precios hacia la baja, algo que el mercado ya comienza a descontar.
En definitiva, el campo argentino se enfrenta a un equilibrio delicado entre la comercialización de la soja pendiente y la planificación de la próxima campaña, en un contexto de incertidumbre climática y económica. Las decisiones que tomen los productores en los próximos meses serán clave no solo para su propio negocio, sino también para la estabilidad económica del país.