Shorthorn la raza madre de la ganadería: su orígenes en Inglaterra y su éxito en Argentina
La raza Shorthorn, originaria del noreste de Inglaterra, es una de las más antiguas y apreciadas en el mundo de la ganadería. Su historia comienza en el siglo XVII, en las fértiles tierras del valle del río Tees, en los condados de Northumberland, Durham, York y Lincoln. En este contexto, los ganaderos británicos desarrollaron una raza robusta, conocida inicialmente como Teeswater, que con el tiempo se transformaría en lo que hoy conocemos como Shorthorn.
El crecimiento de la raza fue imparable. A lo largo de los siglos, los Shorthorns demostraron una capacidad de adaptación excepcional, convirtiéndose en una de las razas más importantes no solo en Inglaterra, sino también en otras partes del mundo. A mediados del siglo XVIII, la raza llegó a Escocia y, en 1783, dio su salto al continente americano, específicamente a Virginia, donde fue conocida como Durham.
Su éxito fue inmediato. En Estados Unidos, los Shorthorns fueron valorados tanto por su carne como por su capacidad para producir leche. Además, su fortaleza y resistencia hicieron que fueran ideales para trabajos en el campo, como el arado y el transporte. Esta versatilidad permitió que la raza se expandiera rápidamente por el país, siguiendo a los pioneros hacia las Grandes Llanuras y el lejano oeste. A mediados del siglo XIX, los criadores estadounidenses empezaron a importar directamente ganado de Escocia, enfocándose en mejorar la producción de carne.
Una de las características más destacadas de la raza fue la aparición de animales sin cuernos, conocidos como Shorthorns Polled, lo que supuso un avance significativo. Esta variante, que surgió en 1881 en Minnesota, mantuvo todas las virtudes de estos animales originales, como su capacidad de adaptación, su excelente rendimiento reproductivo y su calidad en la carne, lo que la convirtió en una de las primeras razas de carne más exitosas en Estados Unidos.
El auge de la raza Shorthorn en el mundo
Con el paso de los años, la raza se expandió por diversos países. Su adaptabilidad y características lo hicieron ideal para diferentes tipos de climas y condiciones de pastoreo. En 1822, los criadores británicos fundaron el primer registro genealógico de la raza, y en 1846, en Estados Unidos se estableció el Libro Genealógico de Shorthorn. La Asociación Americana de Shorthorn, formada en 1872, fue fundamental en la consolidación de la raza a nivel mundial, brindando apoyo a los criadores e impulsando el mejoramiento genético.
La raza dejó una huella en la ganadería de muchos países, entre ellos Argentina, donde el impacto de los Shorthorns es notable desde su llegada en el siglo XIX. Fue en 1826 cuando el británico John Miller introdujo el primer toro de raza Durham, conocido como Tarquino, en las tierras argentinas. Este evento marcó el inicio de una transformación en la ganadería nacional, pues el cruce entre los esta raza y el ganado criollo resultó en un ganado de carne más fino, con una mejor conversión alimenticia y una calidad que hizo famosa a Argentina en el mundo.
La Shorthorn en Argentina: un pilar de la ganadería nacional
Desde su llegada a Argentina, la raza fue fundamental en el mejoramiento genético de la ganadería nacional. A lo largo de los años, los criadores argentinos trabajaron intensamente en el perfeccionamiento de esta raza, que no solo se destaca por su carne de calidad superior, sino también por su adaptabilidad y resistencia en las diversas condiciones del país.
Luciano Macaroni, vicepresidente de la Asociación, compartió con orgullo que “la carne que hizo famosa a Argentina en el mundo fue la carne Shorthorn”, en una entrevista con Infobae. Este legado continúa hoy en día, con un creciente número de criadores dedicados a preservar y mejorar las características de la raza. A través de la hibridación con otras razas, los criadores logran obtener resultados excepcionales en términos de rendimiento y calidad, lo que se traduce en un ganado más eficiente y productivo.
El mejoramiento genético fue clave en este proceso. Luciano explica que los cruces con otras razas de carne generaron un “estallido” en términos de calidad y rendimiento, lo que consolidó a la raza como un pilar en la ganadería argentina. Gracias a su genética cerrada y sus cualidades superiores, los animales de esta raza continúan siendo una de los más apreciadas tanto en Argentina como en el resto del mundo.
La Expo Rural 2024 fue un claro ejemplo de cómo la tecnología y la tradición se combinan para impulsar la ganadería argentina hacia un futuro prometedor. A medida que la industria se moderniza y se adapta a nuevas tecnologías, la raza Shorthorn sigue siendo un referente en la producción de carne de calidad. Los criadores argentinos, como Luciano, continúan su trabajo con dedicación total, asegurando que el legado de los Shorthorns perdure y siga siendo un factor clave en la excelencia ganadera.
En un mundo donde la automatización y la digitalización avanzan rápidamente, la historia de la raza Shorthorn y su éxito en Argentina demuestra que, en algunas áreas, la tradición, la dedicación y el amor por la tierra siguen siendo elementos fundamentales para alcanzar la excelencia. La raza Shorthorn, con su historia rica y su influencia mundial, continúa siendo una de las principales protagonistas en el sector ganadero, no solo en Argentina, sino también en el resto del mundo, donde sigue marcando el camino hacia la mejora genética y la producción de carne de alta calidad.