Sequía 2023: confirman la cantidad de vacunos perdidos


La prolongada sequía que afectó a Argentina en 2023 dejó profundas consecuencias en el sector ganadero, con la pérdida de 2,2 millones de cabezas de vacunos, equivalentes al 4,2% del stock total del país. Las categorías más afectadas fueron las vacas y los terneros, lo que impacta gravemente en la base productiva de la ganadería nacional. Los datos oficiales, provenientes de la primera campaña de vacunación contra la fiebre aftosa, confirman las proyecciones que ya anticipaban los analistas y marcan un retroceso significativo para uno de los sectores clave de la economía argentina.

Un golpe anunciado de la sequía

La baja en el stock ganadero no sorprende a los especialistas, que ya habían advertido sobre el impacto de la sequía en la productividad forrajera de los campos ganaderos. Ignacio Iriarte, analista del sector, lo resume de manera contundente: “Fue la seca”. Las cifras proporcionadas por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) durante la primera campaña de vacunación de 2023 corroboran esta afirmación. El recuento oficial registra una disminución del stock total, pasando de 52,8 millones de animales en 2022 a 50,6 millones este año, lo que representa una caída de 2,2 millones de cabezas.

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El rodeo de cría, el más afectado

El mayor impacto de la sequía se registró en los rodeos de cría, especialmente en las provincias ganaderas más importantes del país. Los campos con menor productividad forrajera no lograron sostener a los animales, lo que provocó una fuerte reducción en varias categorías clave.

En primer lugar, el stock de vacas se redujo en 800.000 animales, un 3,6% menos respecto del año anterior. Esto se reflejó en un incremento en la faena de vacas, con una creciente demanda del mercado exportador, especialmente hacia China. La carne de vaca, menos rentable para el mercado interno, encontró un destino en las exportaciones, lo que alivió parcialmente el impacto en la industria.

La categoría de terneros, crucial para el futuro de la producción ganadera, también sufrió una notable caída. Se registró una pérdida de 900.000 terneros, un 6% menos que en 2022, debido a la menor preñez de los vientres afectados por la falta de recursos forrajeros. La menor tasa de preñez y destete afecta directamente la capacidad de recuperación del stock en los próximos años.

Por otro lado, las vaquillonas, fundamentales para el recambio generacional del rodeo, experimentaron una reducción de 400.000 cabezas, lo que representa una merma del 5,5%. En muchos casos, estas vaquillonas fueron enviadas a sistemas de engorde a corral, que alcanzaron niveles récord de encierre este año, asegurando el abastecimiento de hacienda liviana para el mercado interno.

Desafíos en la relación ternero/vaca

La relación entre terneros y vacas, indicador clave para medir la productividad de la cría, también se ha visto afectada. Según los datos oficiales, la relación se ubicó en un 68% tomando como referencia las vacas contabilizadas en esta campaña de vacunación. Sin embargo, algunos analistas sostienen que es más adecuado evaluar esta relación utilizando la cantidad de vacas del ciclo previo, lo que sitúa la relación en un preocupante 65%, un nivel que dificulta la capacidad de recuperación del rodeo a corto plazo.

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Las principales provincias ganaderas del país también sintieron los efectos de la sequía. Buenos Aires, el mayor productor de ganado, perdió 700.000 cabezas, mientras que en Santa Fe y La Pampa la reducción fue de 400.000 animales en cada una. Córdoba reportó una disminución de 360.000 cabezas, y en Entre Ríos y Corrientes las pérdidas ascendieron a 200.000 vacunos por provincia. Estas seis provincias, que concentran la mayor parte de la producción ganadera argentina, totalizaron la pérdida de 2,2 millones de animales, cifra que coincide con la reducción a nivel nacional.

Un futuro incierto para los vacunos

La reducción del stock ganadero, especialmente en categorías clave como vacas y terneros, plantea grandes desafíos para la recuperación del sector en los próximos años. La baja en la productividad de los campos, sumada a las dificultades climáticas, ha generado un escenario complejo para los productores, que deberán enfrentarse no solo a la pérdida actual, sino también a las dificultades para reconstruir un stock ganadero sostenible a largo plazo. La sequía de 2023 quedará marcada como uno de los golpes más duros para la ganadería argentina en las últimas décadas.