Semana de lluvias para la zona núcleo y la región pampeana


El clima vuelve a jugarle una mala pasada al campo argentino. Con pronósticos de lluvias intermitentes y un marcado descenso térmico hacia el fin de semana, la región pampeana enfrenta una semana de alta inestabilidad climática, lo que genera preocupación entre los productores, particularmente en plena campaña de cosecha gruesa.

Según el meteorólogo José Javier Merlos, en diálogo con Chacra Agro Continental, el inicio de la semana ya marcó un panorama complejo, con precipitaciones débiles a moderadas en La Pampa y el sur y oeste de Buenos Aires. Sin embargo, lo más complicado aún está por venir. Merlos advirtió que un frente estacionario impactará de lleno en la zona núcleo —que comprende el norte de Buenos Aires, el sur de Santa Fe y parte de Entre Ríos— entre la noche del miércoles y la madrugada del viernes.

“Estamos frente a un fenómeno que dejará lluvias de moderada a fuerte intensidad. No se trata solo de acumulados importantes en algunas zonas, sino de la frecuencia de las precipitaciones, que impedirán el trabajo continuo en el campo”, explicó el especialista. El impacto en la producción es inminente, ya que las máquinas cosechadoras no pueden ingresar a los lotes, lo que acentúa el atraso en la cosecha de maíz, uno de los cultivos clave para la economía agrícola nacional.

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El fin de semana también tendrá su cuota de inestabilidad

Aunque con menor intensidad, el clima continuará afectando la región durante el fin de semana largo de Pascuas. Merlos adelantó que “entre la noche del viernes y la madrugada del domingo podrían producirse algunos chaparrones muy aislados, aunque sin acumulados significativos”. Sin embargo, las condiciones seguirán siendo poco favorables para la actividad agrícola, especialmente por el descenso térmico previsto para los días sábado y domingo en Buenos Aires y La Pampa.

En cuanto al comportamiento de las temperaturas, el informe de Merlos señala un marcado contraste entre regiones. Mientras que en la región pampeana los valores serán normales o incluso inferiores a los habituales, en el litoral y el norte del país se espera que las temperaturas estén por encima del promedio estacional, sobre todo a partir del miércoles. Este desequilibrio térmico, combinado con la humedad generada por las lluvias, agrega un factor de preocupación para el monitoreo de enfermedades en los cultivos, como la aparición de hongos o plagas.

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Esperanza de mejora sin lluvias para la próxima semana

Ante la consulta sobre cuándo podrían estabilizarse las condiciones para retomar el ritmo normal de las labores agrícolas, Merlos fue cauto pero ofreció una luz de esperanza: “La semana que viene estaríamos con un período libre de precipitaciones y con temperaturas en ascenso. Las condiciones serían más favorables para la cosecha”, señaló.

Este posible alivio no solo es esperado por los productores, sino también por toda la cadena agroindustrial, que necesita que los granos lleguen a los centros de acopio y exportación en tiempo y forma. La Argentina, uno de los mayores exportadores de maíz del mundo, depende en gran medida de que la campaña avance con normalidad, en especial tras un 2023 marcado por la sequía.

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El atraso en la cosecha puede generar impactos en los ingresos de los productores, demorar exportaciones y complicar las decisiones de política económica relacionadas con el ingreso de divisas. En ese contexto, el monitoreo constante del clima se vuelve una herramienta clave, tanto para los actores del sector privado como para el Gobierno nacional.

La semana en curso se perfila, entonces, como un nuevo desafío para el agro argentino. Entre pronósticos poco alentadores y la esperanza de una mejora a corto plazo, la actividad productiva sigue en vilo, esperando que la meteorología dé una tregua y permita avanzar en un momento clave para la campaña agrícola.