Cambios en la rotación de cultivos: el revelador análisis de 6 campañas

Un reciente informe de rotación de cultivos elaborado por el Instituto de Clima y Agua del INTA analizó la evolución de los sistemas de cultivo en Argentina durante las últimas seis campañas agrícolas, desde 2018/2019 hasta 2023/2024. A partir del procesamiento de imágenes satelitales y datos de campo, el estudio detectó cambios en la rotación de cultivos, el uso del suelo y la distribución geográfica de las principales especies sembradas en el país.
El análisis se basó en el Mapa Nacional de Cultivos, una herramienta desarrollada por el INTA mediante técnicas de clasificación supervisada con imágenes provistas por los satélites Landsat 8 y 9 y Sentinel 2, combinadas con relevamientos a campo. Esta cartografía permite observar de forma multitemporal los cultivos implantados y sus secuencias a lo largo de seis campañas consecutivas. El resultado: un conjunto de 60.000 secuencias distintas que fueron caracterizadas con distintos indicadores de producción.

La rotación, una práctica extendida
Uno de los principales hallazgos del informe es que la rotación de cultivos continúa siendo una práctica frecuente entre los productores. Según detalló Diego De Abelleyra, investigador del Instituto de Clima y Agua, “las cinco secuencias más frecuentes incluyeron rotaciones maíz-soja y combinaciones como maíz-soja-trigo/soja”. Sin embargo, también se detectó una alta proporción de soja de primera en varias zonas, especialmente en la región núcleo, en cercanía de puertos de exportación y centros de acopio.
Este fenómeno se explica, en parte, por razones logísticas y económicas. “La distancia a los puertos influye directamente en el costo del flete, y favorece a los lotes ubicados cerca de los centros industriales, donde la soja tiene mayor demanda para exportación”, explicó De Abelleyra. Además, añadió que el tamaño de las parcelas también juega un rol relevante, ya que las más pequeñas suelen estar más expuestas a condiciones de arrendamiento menos favorables, lo que puede desalentar la rotación de cultivos.

Maíz: un cultivo que revela rotación
Si bien el maíz es el segundo cultivo más sembrado del país, su presencia en las secuencias analizadas es menor a la de la soja. Solo una de cada cuatro secuencias tuvo tres o más campañas con maíz en el período analizado. No obstante, su inclusión es un indicio de mayor planificación agronómica. “Cuando el maíz aparece con frecuencia, compite directamente con la soja y actúa como indicador de que hay rotación activa en el sistema productivo”, destacó De Abelleyra.
El estudio también identificó que la presencia de maíz es más habitual en regiones con menor disponibilidad hídrica, como el oeste de la Región Pampeana, el noreste de Santiago del Estero y Salta. En estos casos, la menor precipitación y el carácter extensivo del sistema permiten incluir cereales sin recurrir a dobles cultivos.

Otro de los indicadores relevados fue la intensidad de siembra, que describe cuán ocupado está el suelo durante el año. En este punto, se observó que el 36 % del área agrícola nacional realizó un solo cultivo por año, sin dobles cultivos. Estas situaciones se concentraron especialmente en zonas con menor régimen de lluvias, lo que limita la posibilidad de sembrar más de una vez al año.
Por su parte, las secuencias con alta proporción de soja de primera se observaron mayormente en áreas más cercanas a puertos y centros de procesamiento, donde el margen económico favorece a cultivos de ciclo más corto y de mayor salida comercial. Según el estudio, en estos casos también hay una mayor incidencia de tierras arrendadas, lo que suma una restricción adicional para implementar prácticas sostenibles como la rotación.

Herramienta clave para el diseño de políticas públicas
Para De Abelleyra, este tipo de análisis tiene un valor estratégico: “Permite describir con metodología objetiva y repetible cómo se está produciendo en Argentina”. Además, remarcó que conocer las dinámicas de los sistemas de cultivos puede contribuir al diseño de políticas públicas, especialmente en zonas donde predomina el monocultivo o las prácticas poco sustentables.
En ese sentido, el estudio ofrece no solo un diagnóstico técnico, sino también una hoja de ruta para mejorar la planificación agronómica y aumentar el valor agregado de la producción argentina en los mercados internacionales. La continuidad del seguimiento multitemporal será clave para evaluar la evolución futura de los sistemas agrícolas y su sustentabilidad.