El preocupante bajón de la soja: márgenes más bajos en siete años
La soja argentina enfrenta un desafío económico significativo en la campaña 2023/24. A pesar de la mejora productiva y las expectativas de una cosecha récord, los márgenes de ganancia de los productores se encuentran entre los más bajos de los últimos siete años. Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el margen de soja actual se ubica en US$ 223,8 por hectárea, lo que representa una caída del 20% respecto al ciclo anterior y una disminución del 25% en comparación con el promedio de los últimos cinco años.
Este retroceso en los márgenes no solo afecta a los productores, sino también a toda la cadena productiva de la soja en Argentina, que es responsable de aproximadamente un tercio de los ingresos por exportación del país. En un contexto en el que los precios internacionales han caído a su nivel más bajo desde 2020, las expectativas de ganancia para el sector se ven fuertemente reducidas.
En las últimas semanas, el precio de la soja en Chicago se ha ubicado en US$ 260 por tonelada, lo que representa una caída del 7% respecto a los valores de la campaña pasada, y marca el precio más bajo desde el ciclo 2018/19. Esta baja en los precios internacionales responde a varios factores, entre ellos la mayor oferta global y el enfriamiento de la demanda internacional.
La situación contrasta con los ciclos 2020/21 y 2021/22, donde, a pesar de una producción menor a 53 millones de toneladas, los precios alcanzaron máximos históricos debido a la disrupción de las cadenas de suministro por la pandemia de coronavirus y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que afectó las exportaciones de estos países, clave en el mercado global de granos.
Impacto en los ingresos y proyecciones para el futuro
A pesar de que la producción de soja en 2024/25 podría llegar a 53,1 millones de toneladas, el volumen adicional de producción no compensa completamente la caída de precios. En términos de ingresos, la diferencia con el año anterior es de apenas menos de 100 millones de dólares. Si bien la producción de soja este año sería de U$S 13.786 millones, ligeramente por debajo de los U$S 13.875 millones de 2023/24, el aumento de volumen no logra contrarrestar la caída de precios.
Esta situación es preocupante, especialmente porque las proyecciones para el cierre de la campaña 2023/24 aún son mejores que las de la campaña anterior, que estuvo marcada por la peor sequía en 60 años. Sin embargo, los números son aún menores si se comparan con los resultados de los ciclos 2020/21 y 2021/22, cuando los precios récord de la soja compensaron la menor producción.
El escenario actual refleja un cambio en el ciclo económico de la soja, en el que la mayor oferta de grano se encuentra con un mercado de precios a la baja. Según la BCR, el margen bruto de la soja para la campaña 2024/25 es el más bajo desde 2017/18, a pesar de que las condiciones climáticas parecen mejorar. Este ajuste de márgenes no solo afecta a los productores, sino que también afecta a la industria y a las exportaciones del sector, claves para la economía argentina.
El Gobierno también observa con preocupación este escenario, dado que la mejora en la producción no se traduce en una mayor entrada de dólares por las exportaciones de soja. Si bien la campaña 2023/24 promete mejores resultados en volumen, los precios más bajos impactan directamente en los ingresos que el país obtiene de este grano clave.
La siembra de soja: un panorama incierto
A medida que avanza la siembra de soja en Argentina, los productores deben afrontar un panorama incierto, ya que la cosecha aún debe atravesar su periodo crítico durante el verano, donde las condiciones climáticas serán decisivas. A pesar de la mejora en las expectativas productivas, la normalización de las condiciones atmosféricas será clave para asegurar que los rendimientos se mantengan en línea con las tendencias históricas.
En resumen, la soja atraviesa un momento de gran incertidumbre con márgenes de ganancia ajustados, precios internacionales bajos y una proyección de crecimiento productivo que no compensa las caídas de valor. Este escenario plantea desafíos tanto para los productores como para la economía argentina, que depende de este grano para generar dólares por exportación.