Maíz tardío: surge como una buena alternativa en la zona núcleo


El maíz tardío resurge en un contexto del campo en el que la sequía sigue impactando fuertemente en la zona núcleo de Argentina, uno de los principales motores de la producción agrícola del país. Con el recuerdo aún fresco de la catastrófica campaña 2022/23, los productores se enfrentan nuevamente a la falta de agua, lo que está llevando a reconsiderar estrategias descartadas, como la siembra de maíz tardío. Esta opción, que hasta hace pocas semanas parecía fuera de consideración, está resurgiendo como una alternativa viable según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).

Un cambio inesperado: el maíz tardío se mantiene como opción

A pesar de los temores iniciales, los productores están volviendo a evaluar la siembra de maíz tardío. Esto se debe principalmente a la falta de humedad en los suelos, lo que impide avanzar con la siembra temprana. Según la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR, hasta el momento solo se sembró el 49% de lo planificado, y si las lluvias no llegan antes del 15 de octubre, muchos lotes destinados al maíz podrían ser cambiados a soja o reorientarse hacia una siembra tardía.

El resurgimiento del maíz tardío como opción está ligado a la disminución de la presencia de la chicharrita del maíz, una plaga que causó grandes pérdidas en la campaña anterior, especialmente en los cultivos tardíos. Monitoreos recientes indican que las poblaciones de este insecto disminuyeron, posiblemente debido a las fuertes heladas del invierno. Esto generó un ambiente más favorable para aquellos productores que, teniendo ya los insumos comprados, están dispuestos a esperar las lluvias y apostar por una siembra tardía.

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El desafío del maíz temprano: emergencias desiguales

Por otro lado, los lotes de maíz que ya fueron sembrados están experimentando dificultades debido a la falta de lluvias y las bajas temperaturas. Según el informe de la GEA, se están observando emergencias desuniformes en varios puntos de la zona núcleo. En localidades como Carlos Pellegrini, donde solo el 15% del área está sembrada, el 50% de las plantas germinó en un 90%, mientras que el 30% tiene una emergencia del 80% y el 20% restante presenta fallas del 25%. En Rojas, con un 95% del maíz temprano ya sembrado, las últimas implantaciones están generando preocupación debido a la falta de humedad en el suelo, lo que llevó a enterrar las semillas más profundamente de lo habitual.

Lluvias ausentes y un panorama incierto

Uno de los mayores problemas es la ausencia de precipitaciones. Según la BCR, el promedio mensual de lluvias en septiembre para la zona núcleo es de 50 milímetros, pero en 2023 apenas cayeron 0,8 mm. Si bien algunas zonas del nordeste de la provincia de Buenos Aires recibieron lluvias importantes durante la tormenta de Santa Rosa, en el resto de la región las precipitaciones fueron prácticamente inexistentes desde mayo. Los técnicos estiman que se necesitan entre 100 y 180 milímetros para recomponer los niveles de humedad en los suelos más afectados, lo que supone que octubre debería cumplir con su promedio histórico de 100 mm. Sin embargo, las estadísticas de los últimos años no son alentadoras: en los primeros diez días de octubre de 2021, 2022 y 2023, solo se registraron entre 2 y 5 mm de lluvia, muy por debajo de los 20 mm que se consideran normales.

El trigo también sufre las consecuencias de la sequía

El trigo, otro cultivo clave en la zona núcleo, también está padeciendo las consecuencias de la falta de agua. Según el informe de la GEA, la sequía ya provocó una pérdida de rendimiento potencial superior al 10%, y la situación se agrava día a día. El 45% de los lotes de trigo se encuentra en la etapa de espigado, mientras que el 40% tiene la espiga embuchada, lo que significa que el rendimiento se está definiendo sin la cantidad de agua necesaria.

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Además, las temperaturas extremas, tanto de calor como de frío, están añadiendo un estrés adicional a los cultivos. En zonas como el sudeste de Córdoba y Monte Buey, las expectativas de rendimiento cayeron drásticamente, y en algunos casos, los lotes más afectados podrían perder hasta un 50% de su capacidad de producción.

El panorama agrícola en la zona núcleo es complejo y cada vez más incierto. Mientras que el maíz tardío parece ofrecer una ventana de oportunidad para algunos productores, la falta de lluvias sigue siendo un obstáculo significativo. Con la primavera en curso y las expectativas de precipitaciones por debajo de lo normal, tanto el maíz como el trigo enfrentan un futuro difícil, donde cada decisión puede marcar la diferencia entre una campaña de éxito o de pérdidas.