Maíz tardío: cómo está el panorama de su producción
La opción de sembrar maíz tardío en Argentina se presenta como un dilema para los productores. Si bien el interés había decaído debido a los problemas del año pasado con la plaga de la “chicharrita del maíz” y las pobres proyecciones de rentabilidad, la situación actual resucitó el debate. A pesar de que las poblaciones de la plaga están bajas, los márgenes para este cultivo siguen siendo los menos favorables, lo que complica la decisión.
Resurgimiento del interés en el maíz tardío
En los últimos años, el maíz tardío se había convertido en una estrategia popular entre los productores argentinos, especialmente en respuesta a inviernos secos y primaveras con precipitaciones por debajo del promedio. Este tipo de siembra permitía aprovechar las lluvias de finales de primavera y principios de verano. Sin embargo, la campaña pasada fue golpeada por la expansión de la chicharrita, que afectó severamente el rendimiento del maíz tardío, llevándose más de 10 millones de toneladas del cereal.
Este año, sin embargo, los reportes de la Red Nacional de Monitoreo de Dalbulus Maidis y otras entidades muestran una baja o casi nula presencia de la plaga, lo que renovó el interés en la siembra de maíz tardío, particularmente ante las buenas lluvias de octubre. Pero a pesar de este alivio, el principal obstáculo sigue siendo la rentabilidad.
Márgenes ajustados y perspectivas económicas
De acuerdo con un análisis de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el maíz tardío enfrenta los peores márgenes netos entre las opciones de cultivos. En terrenos propios, los márgenes estimados rondan los 254 dólares por hectárea, con rendimientos proyectados de 85 quintales por hectárea. En contraste, la rotación trigo/soja de segunda muestra un margen de 413 dólares por hectárea, y el maíz temprano, un margen de 399 dólares por hectárea.
La situación es aún peor en campos alquilados, donde los costos se elevan considerablemente. En estos terrenos, tanto el maíz tardío como la soja de primera presentan márgenes negativos, con pérdidas estimadas en -148 y -116 dólares por hectárea, respectivamente. Esta diferencia es notable respecto a 2022, cuando las condiciones permitían márgenes positivos incluso en tierras alquiladas. Según la BCR, los márgenes de rentabilidad para todos los cultivos eran casi el doble en comparación con los actuales en campo propio y positivo en terrenos arrendados.
Costos altos y clima incierto
La situación económica y climática también juega un rol crucial en la rentabilidad del maíz tardío. Dante Garciandia, un productor de la región de Carlos Tejedor, explicó que la necesidad de una alta inversión para lograr buenos rendimientos, sumada al alza en los costos de alquiler y la incertidumbre climática, hace que la siembra de maíz tardío sea una apuesta arriesgada. Las lluvias de abril motivaron la siembra de trigo y cebada, aunque la falta de lluvias invernales redujo las expectativas de rendimiento.
Además, la siembra gruesa, incluyendo maíz, atraviesa un momento de incertidumbre y está retrasada. Garciandia describe los márgenes actuales como “muy finos”, donde los rendimientos de indiferencia —los quintales necesarios para cubrir costos— son altos, lo que pone en riesgo la rentabilidad de los cultivos.
Ante este panorama, Garciandia instó al Gobierno a implementar políticas que ayuden al sector agrícola, sugiriendo reducir el gasto público y los impuestos mediante la baja de los Derechos de Exportación (DEX). Argumenta que tales medidas beneficiarían a los productores, así como a toda la cadena productiva y a las comunidades rurales.
Aunque el bajo riesgo de plagas despertó un interés renovado en el maíz tardío, el dilema persiste debido a los estrechos márgenes de rentabilidad. La decisión de sembrar este cultivo dependerá de factores económicos y climáticos. Sin mejoras en los márgenes, y sin políticas de apoyo adecuadas, muchos productores podrían optar por alternativas más rentables o reducir la superficie sembrada con maíz tardío, lo que impactaría en la producción nacional del cereal.