¿Llegan las lluvias? Se espera un alivio tras la ola de calor


Las lluvias serán claves para la región núcleo que atraviesa una de las semanas más críticas para la campaña agrícola, con la llegada de la primera ola de calor del año. Las temperaturas extremas, que podrían superar los 43°C en algunas zonas, están intensificando el estrés hídrico en los cultivos de maíz y soja, que ya se encuentran gravemente afectados por la falta de lluvias desde mediados de diciembre. Aunque se esperan lluvias aisladas a partir del viernes, la situación ya ha causado un impacto negativo en la cosecha gruesa, especialmente en las provincias del sur de la región núcleo y en otras áreas productivas clave.

De acuerdo con el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el 45% de los lotes de maíz temprano se encuentran en condiciones regulares o malas. Esta situación se agrava al observar que la soja de primera enfrenta problemas similares, con un 19% de los cuadros en estado crítico. En un contexto de sequía prolongada, estos cultivos ya muestran signos de deterioro, y las altas temperaturas previstas solo intensificarán los efectos negativos sobre su desarrollo.

Los especialistas consultados por LA NACION advirtieron que las temperaturas alcanzarán valores extremos, con picos de entre 36 y 43°C, afectando principalmente al sur de Santa Fe y a toda la zona núcleo. La combinación de calor extremo y la persistente falta de agua pone a los cultivos estivales en una situación de altísimo estrés hídrico, lo que podría resultar en una reducción significativa del rendimiento.

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Una ola de calor sin precedentes

El fenómeno meteorológico que se avecina será el primero de carácter generalizado en todo el país. Según explicó el meteorólogo De Benedictis, hasta ahora solo se habían registrado picos de calor puntuales, pero esta ola de calor será más duradera, extendiéndose al menos durante cinco días. Además, se espera que las temperaturas mínimas también sean elevadas, lo que contribuirá a la persistencia de las altas temperaturas durante la noche. Este evento abarcará prácticamente todo el territorio nacional, desde el norte hasta el sur, incluyendo las provincias de Río Negro, Formosa, Jujuy, Salta, Córdoba, Santa Fe y Santiago del Estero.

A lo largo de esta semana, las temperaturas promedio oscilarán entre los 36 y 43 grados, con los valores más altos alcanzando los 42 o 43°C en zonas como Córdoba, Santa Fe y Santiago del Estero. Esta ola de calor tendrá su pico más alto el miércoles, y recién el viernes se espera un alivio, con un cambio en la circulación atmosférica que provocará un descenso progresivo de las temperaturas.

Las lluvias: una esperanza para los cultivos

El pronóstico, sin embargo, trae algo de esperanza para los productores. Se anticipa que entre el viernes y el sábado se registrarán lluvias aisladas en algunas regiones de la zona núcleo, como Santa Fe, el litoral y Buenos Aires. Aunque estas precipitaciones no serán generalizadas, se espera que la cantidad de agua acumulada sea significativa, con estimaciones que van de los 15 a los 20 milímetros en estas zonas. Las lluvias, aunque puntuales, podrían ayudar a reducir el impacto de la ola de calor y permitir que los cultivos más afectados comiencen a recuperarse.

María José Dickie, ingeniera agrónoma del INTA, destacó la relevancia de estas lluvias, que podrían alcanzar hasta 30 milímetros en algunas regiones durante la última semana de enero. A pesar de que no se trata de una solución definitiva, cualquier aporte hídrico será crucial para mitigar los efectos de la sequía y las altas temperaturas. Dickie señaló que estas precipitaciones son especialmente importantes para el maíz y la soja, que están en una etapa crítica de su desarrollo.

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El impacto en la cosecha gruesa

La situación en la región núcleo es alarmante. La falta de lluvias ha deteriorado de manera notable los cultivos, especialmente en el sur de la región, donde casi todos los lotes se encuentran en condiciones regulares o malas. En el noroeste de la zona, aunque persisten expectativas de buenos rendimientos, la escasez de agua sigue siendo un factor determinante que podría reducir la calidad de la cosecha.

En el caso de la soja de primera, los daños se han acentuado en las últimas tres semanas. El informe de la Bolsa de Comercio de Rosario señala que el 19% de los lotes está en condiciones regulares o malas, mientras que solo el 32% se encuentra en estado muy bueno. Este panorama contrasta fuertemente con el año anterior, cuando la soja de primera logró un rendimiento excepcional gracias al fenómeno de El Niño. Este año, la falta de lluvias ha alterado radicalmente las expectativas, y los productores temen que los daños sean irremediables si las lluvias no llegan a tiempo.

El alivio que podría traer la llegada de las lluvias el fin de semana es crucial para evitar que la situación empeore. Sin embargo, los productores siguen preocupados por la persistente falta de agua y las altas temperaturas, que continúan siendo un riesgo para la cosecha gruesa. En este contexto, los próximos días serán decisivos para evaluar el impacto definitivo en los cultivos y el rendimiento de los granos.

La situación es un reflejo de los desafíos que enfrentan los productores argentinos ante un clima cada vez más impredecible. Si bien la adaptación a las variaciones climáticas ha sido clave en los últimos años, las sequías prolongadas y las olas de calor intensas ponen a prueba la resiliencia de la agricultura argentina. Las lluvias de los próximos días podrían ofrecer un respiro temporal, pero el futuro de la cosecha gruesa sigue siendo incierto.