Las lluvias 2025 favorecen a la zona núcleo, pero persisten condiciones secas en el NEA

Las lluvias de las últimas semanas permitieron mejorar las reservas hídricas en la región central del país, generando condiciones óptimas para los cultivos. Sin embargo, el panorama no es el mismo en todo el territorio. Mientras que la zona núcleo se mantiene con humedad suficiente para sostener la producción, el Noreste Argentino (NEA) sigue enfrentando un déficit hídrico que afecta el desarrollo de los cultivos.
Según un informe de la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA), las reservas de agua en la zona pampeana se mantuvieron entre “óptimas y algo excesivas”, en especial en suelos con dificultades para el drenaje. No obstante, la situación es crítica en algunas zonas del NEA y del NOA, donde persisten condiciones secas. En particular, el centro-este de Santiago del Estero, gran parte de Corrientes y el extremo norte de Entre Ríos continúan con niveles bajos de humedad.
El informe también destacó que en el este de Salta, así como en áreas limítrofes de Formosa y Chaco, las precipitaciones recientes han generado excesos hídricos, en algunos casos agravados por desbordes de ríos y arroyos. La zona de Bahía Blanca, en tanto, sigue recibiendo lluvias que complican la situación del drenaje y generan anegamientos en algunos sectores.

Impacto de las lluvias en los cultivos
Las condiciones hídricas han tenido un impacto directo en los cultivos de la campaña 2023/2024. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la mejora en la humedad del suelo favoreció especialmente al cultivo de soja, que logró un mejor llenado de grano en la región central del país. En tanto, la soja de segunda experimentó una mejora en la formación de vainas, lo que podría reflejarse en un incremento del rendimiento en esas áreas.
A pesar de esta mejora en la zona núcleo, las condiciones adversas en el norte del área agrícola impactaron en el rendimiento general del cultivo. Por ello, la proyección de producción se redujo en 1 millón de toneladas respecto a las estimaciones anteriores, alcanzando los 48,6 millones de toneladas.
En cuanto al maíz, las lluvias de febrero ayudaron a mitigar las pérdidas provocadas por la sequía. Si bien se registraron mermas en los rindes en diversas regiones, la superficie sembrada permitió sostener la proyección de producción en 49 millones de toneladas.

Un panorama heterogéneo
El actual escenario refleja la disparidad climática que atraviesa el país, con zonas beneficiadas por las lluvias y otras afectadas por la falta de agua. Mientras que en la región central se logró evitar una caída mayor en la producción, el NEA y algunas áreas del NOA continúan enfrentando condiciones críticas.
Los productores siguen atentos a la evolución del clima en las próximas semanas, con la esperanza de que nuevas lluvias permitan equilibrar el régimen hídrico en las regiones afectadas por la sequía. En tanto, los mercados también miran de cerca la situación, ya que cualquier variación en la oferta de granos podría impactar en los precios y en la economía del sector agropecuario.