La ruta del búfalo: el proyecto del INTA para potenciar la producción
La “ruta del búfalo” en Corrientes está marcando un nuevo camino en la producción bubalina en Argentina. En una iniciativa que nació hace tres años, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) lanzó un proyecto de caracterización y acompañamiento técnico en la provincia, enfocándose en los departamentos de Caá Catí e Ituzaingó. Su propósito es fortalecer esta actividad ganadera, que crece cada vez más en la región debido a las condiciones ambientales favorables y a las ventajas productivas del búfalo sobre el ganado vacuno en zonas anegadizas.
El objetivo de la ruta del búfalo
Irina Martínez, investigadora del INTA y coordinadora del proyecto, explica que el búfalo destaca en terrenos difíciles para el ganado vacuno, como esteros y zonas inundables. Estos animales, adaptados a ambientes húmedos, logran índices de preñez de hasta el 95%, en contraste con el 50% promedio de los bovinos en las mismas áreas. Además, son capaces de mantener un equilibrio ecológico en humedales, donde ayudan a controlar malezas al ingerir diversas especies vegetales, permitiendo así la conservación del hábitat natural.
Si bien llegaron a Argentina a inicios del siglo XX, su introducción fue inicialmente destinada a cruzamientos con bovinos para mejorar la rusticidad de estos últimos, un experimento que no prosperó debido a diferencias genéticas. A lo largo de los años, los productores comenzaron a notar la similitud de la carne de búfalo con la carne vacuna, lo que motivó su cría como animal de producción. En la última década, el número creció en un 54%, con un rodeo que supera las 190,000 cabezas registradas oficialmente, y que podría alcanzar las 270,000 según estimaciones no oficiales.
El proyecto se centra en crear una base de datos específica de la producción bubalina en Corrientes. Mediante estudios en campos demostrativos de productores locales, el equipo busca registrar información clave sobre índices de preñez, destete, peso al nacer, y tiempo hasta alcanzar el peso de faena, que ronda entre los 430 y 480 kilos en aproximadamente dos años. Este proceso acorta en casi un año el ciclo de producción en comparación con los bovinos, reduciendo significativamente los costos.
Martínez señala que la carne de búfalo posee beneficios nutricionales que podrían hacerla competitiva en el mercado: tiene un 11% más de proteínas, 10% más de minerales, 40% menos colesterol, 35% menos grasa, y 55% menos calorías en comparación con la carne vacuna. Además, al tratarse de un producto de pasto natural, su producción es en gran medida sostenible y ecológica.
El INTA también está trabajando para promover el consumo de esta carne. En una prueba de degustación realizada en conjunto, solo el 30% de los participantes pudo diferenciar la carne de búfalo de la vacuna, considerándola más tierna y jugosa. Esto evidencia una alta aceptación de la carne, aunque aún queda camino por recorrer para lograr su diferenciación y reconocimiento en el mercado.
En Argentina, los búfalos y los bovinos pertenecen a la misma familia (bóvidos), por lo que el Código Alimentario no exige la diferenciación por especie en los puntos de venta, y a menudo la carne se consume como carne vacuna. Sin embargo, algunos productores buscan promocionarla y posicionarla como un producto gourmet, destacando sus cualidades específicas y envasándola al vacío.
Este impulso podría abrir nuevas oportunidades para el mercado de carne bubalina en el país, donde Corrientes, Formosa y Chaco concentran la mayor cantidad de cabezas. Con iniciativas como la “ruta del búfalo”, el INTA no solo busca optimizar la producción en estos ambientes, sino también consolidar un mercado que destaque las propiedades únicas de la carne, abriendo las puertas a un producto saludable y sostenible para el consumidor argentino.