Inmobiliario rural y un fenómeno “nunca visto” en el mercado 2025
El mercado inmobiliario rural en Argentina está experimentando un momento histórico y excepcional, según Osvaldo Botta, titular de una empresa líder en la comercialización de campos, chacras y estancias. Durante una entrevista en Agrofy News Live, Botta destacó que este fenómeno no tiene precedentes en los últimos 35 años.
La compra de tierras ha mostrado ser una inversión confiable a lo largo del tiempo, superando incluso al oro como refugio de valor. Botta explicó que mientras el oro aumentó su valor en un 580% en los últimos 35 años, las tierras agrícolas lo hicieron en un 1000% en dólares.
“La tierra en Argentina sigue siendo un activo estratégico en el inmobiliario rural. A pesar de la presión fiscal sobre el sector agropecuario, su capacidad para conservar y aumentar su valor la convierte en una opción atractiva tanto para productores como para inversores”, afirmó Botta.
Sin embargo, algo ha cambiado: el perfil del inversor. Hoy, el productor agropecuario compite con lo que Botta denomina “inversores en lingotes de tierra”, personas o grupos que ven en los campos una oportunidad de diversificación económica.
En términos de precios, Botta señaló que los campos argentinos son considerablemente más accesibles en comparación con otros países productores de la región. Mientras que un campo en Argentina puede costar alrededor de 20.000 dólares por hectárea, en Brasil, especialmente en Mato Grosso, ese valor puede alcanzar hasta 45.000 dólares, y en Paraguay no baja de 25.000 dólares.
Además, destacó el interés creciente de fondos extranjeros de inversión, aunque aún no se han concretado grandes operaciones. En este contexto, Botta expresó su visión positiva sobre la apertura a la inversión extranjera: “Si un grupo internacional adquiere tierras y genera empleo local, el derrame económico beneficiará a la región”.
Ganadería y agricultura: dinámicas opuestas en la oferta
El mercado rural muestra dinámicas contrastantes entre la oferta ganadera y la agrícola. Según Valentín Botta, hijo de Osvaldo y también experto en el sector, la oferta de campos ganaderos es abundante, pero depende de su calidad. Por otro lado, la demanda por tierras agrícolas es altísima y la oferta no alcanza para cubrirla.
En algunos casos, el valor de una hectárea de campo se equipara al precio de un ternero, algo que Osvaldo calificó como inédito: “Eso jamás se dio. Atención a los inversores”.
El impacto en alquileres de inmobiliario rural
El mercado de alquileres atraviesa una situación crítica debido a la escasa oferta de campos. Botta describió este segmento como una “catástrofe”, con una proporción de 30 interesados por cada campo en alquiler. Esto ha provocado un aumento de los precios, ajustando los márgenes para los arrendadores y exigiendo una gestión más eficiente y selectiva de los inquilinos.
“Sabemos a quién alquilarle el inmobiliario rural para evitar problemas de pago”, explicó Botta, subrayando la importancia de elegir operadores agropecuarios confiables y productivos.
Para Botta, la tendencia es clara: “La tierra es lo único que no se fabrica”. Con el 26% de las mejores tierras productivas del mundo y un contexto global donde gran parte de las tierras productivas están bajo conflicto bélico, Argentina ocupa un lugar estratégico en la producción de alimentos.
“Cada vez hay más demanda de alimentos en el mundo y menos disponibilidad de tierras. Comprar un inmobiliario rural hoy es casi una certeza de que su valor seguirá aumentando”, concluyó Botta.
En este escenario, la tierra no solo sigue siendo una herramienta clave para el productor, sino también un activo cada vez más codiciado por inversores que buscan estabilidad y oportunidades a largo plazo para el inmobiliario rural.