Influenza aviar: un desafío para la salud animal y pública para el 2025
La influenza aviar (IA) tipo A es una enfermedad viral altamente contagiosa que afecta principalmente a las aves, aunque también puede transmitirse a humanos y otros mamíferos, como equinos, porcinos y caninos. Causada por un virus de la familia Orthomyxoviridae, esta enfermedad zoonótica tiene implicaciones significativas para la industria avícola, la biodiversidad y la salud pública.
Clasificación y gravedad de la influenza aviar
La influenza aviar se clasifica en dos categorías según su patogenicidad:
- Influenza aviar de baja patogenicidad (IABP): Generalmente causa pocos o ningún signo clínico en las aves infectadas.
- Influenza aviar de alta patogenicidad (IAAP): Puede provocar signos clínicos graves y altas tasas de mortalidad, afectando hasta el 90-100% de las aves de un lote.
Aves domésticas como gallinas, pavos y codornices, así como especies acuáticas como patos, gansos y cisnes, son especialmente susceptibles al virus.
El virus de la IA es altamente mutable, lo que incrementa su capacidad de propagación y resistencia. La IAAP puede generar pérdidas económicas significativas al afectar la producción avícola y provocar el cierre de mercados internacionales debido a restricciones sanitarias.
Aunque la mayoría de los casos registrados en humanos son leves y autolimitantes, el virus es una enfermedad zoonótica de relevancia. Los síntomas en personas suelen incluir cuadros respiratorios leves o conjuntivitis, aunque en casos raros puede ocasionar complicaciones graves e incluso la muerte.
Transmisión y propagación del virus
El virus de la influenza aviar se disemina principalmente a través de:
- Heces y secreciones respiratorias: Las aves infectadas liberan el virus, que puede propagarse mediante contacto directo o indirecto a través de herramientas, vehículos, piensos y agua contaminada.
- Aves silvestres migratorias: Actúan como reservorios naturales, transportando el virus en sus tractos intestinales o respiratorios. Estas aves pueden contagiar a otras especies a lo largo de sus rutas migratorias, facilitando la diseminación transfronteriza del virus.
- Factores humanos: El comercio ilegal de aves y la falta de medidas de bioseguridad contribuyen a la propagación del virus entre establecimientos avícolas.
El virus es especialmente resistente, capaz de sobrevivir por largos períodos en el ambiente, incluso a bajas temperaturas.
Los signos clínicos en aves incluyen:
- Pérdida de apetito y falta de coordinación.
- Plumaje erizado y respiración dificultosa, con secreciones nasales.
- Diarrea y disminución en la producción de huevos, con cáscaras blandas o deformes.
- Hinchazón de cabeza y coloración azulada en crestas, barbillas y patas.
- Postración y muerte súbita en casos graves.
Medidas preventivas de la influenza aviar
La prevención y el control de la influenza aviar se basan en medidas estrictas de manejo y bioseguridad. Entre ellas destacan:
- Aislamiento de las aves domésticas: Mantenerlas alejadas de otras aves, especialmente las silvestres.
- Protección de alimentos y agua: Para evitar que aves silvestres las contaminen.
- Limpieza y desinfección periódica: De instalaciones, herramientas y vehículos.
- Control de acceso: Restringir el ingreso de personas, animales y utensilios al gallinero.
- Higiene personal: Lavarse las manos después de manipular aves y sus instalaciones.
En establecimientos avícolas, es fundamental cumplir con la normativa de bioseguridad establecida en la Resolución Senasa 1699/2019.
La notificación inmediata de casos sospechosos es esencial para contener brotes de influenza aviar. El Senasa trabaja en conjunto con productores y comunidades para implementar estrategias de vigilancia, diagnóstico y control, asegurando una respuesta rápida ante emergencias sanitarias.
La colaboración entre el sector productivo y las autoridades sanitarias es clave para mitigar los riesgos asociados a esta enfermedad, proteger la salud pública y mantener la estabilidad de la industria avícola.
