Ganadería: las lluvias cambian el panorama forrajero en el centro de Buenos Aires


El 2025 se presenta como un verdadero desafío para los productores de ganadería y agricultura del centro de la provincia de Buenos Aires. Tras atravesar una sequía intensa durante buena parte del verano, las lluvias llegaron con fuerza inusitada, generando un impacto ambivalente: mientras algunas zonas recibieron un alivio largamente esperado, en otras el exceso hídrico provocó anegamientos y erosión. En este contexto, la planificación de recursos forrajeros y reservas se vuelve más clave que nunca.

El ingeniero agrónomo Juan Pablo Peyrán, integrante de la firma Agro Gestión Olavarría y del equipo técnico del feedlot Vita S.R.L., brindó su análisis sobre la situación actual: “Pasamos de un enero muy cálido y seco, con riesgo de pérdida de cultivos, a cerrar febrero con zonas totalmente anegadas. Es una campaña con contrastes marcados”, explica.

Según el especialista, el comportamiento del agua —su escurrimiento o estancamiento— es uno de los factores determinantes en la variabilidad productiva observada en los campos. “En las zonas con pendiente hubo mucha erosión, lo cual implica pérdida de nutrientes, de materia orgánica y de fertilidad del suelo. Son impactos que pueden comprometer la productividad a mediano y largo plazo, por eso es importante analizarlos y buscar formas de remediarlos”, advierte.

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Verdeos, pasturas y decisiones en tiempo real

En este contexto cambiante, las decisiones sobre qué y cuándo sembrar se transformaron en apuestas a corto plazo. Peyrán señala que hubo productores que se arriesgaron con siembras tempranas de verdeos y pasturas, pese al déficit hídrico inicial. Hoy, en los campos donde el agua escurrió de manera progresiva, los resultados son alentadores.

“En muchos otros casos, al mejorar las condiciones de humedad y mantenerse temperaturas templadas, se optó por cambiar la estrategia y sembrar pasturas en lugar de verdeos. Creo que este año veremos un aumento importante en la superficie destinada a pasturas perennes, mientras que estamos saliéndonos de la ventana ideal para los verdeos”, agrega.

Este cambio de foco responde a la necesidad de aprovechar el momento oportuno para implantar cultivos que ofrezcan una respuesta sustentable en el tiempo, y que puedan brindar estabilidad en un año que viene siendo especialmente crítico para la producción forrajera.

Ganadería, Buffel grass, pastura

La importancia de las reservas para la ganadería

Otro de los grandes diferenciales en esta campaña es la planificación previa. La disponibilidad o no de reservas forrajeras marca una diferencia sustancial en la capacidad de los productores para enfrentar la adversidad. “En los campos de nuestra empresa estamos bien provistos. Destinamos 150 hectáreas al silaje de maíz de planta entera, realizamos varios cortes de alfalfa con festuca y generamos una buena cantidad de rollos. Además, nos jugamos por los verdeos tempranos y hoy estamos en muy buenas condiciones para atravesar el año”, comenta Peyrán.

Su testimonio refuerza una enseñanza clave: quienes planificaron con anticipación la producción y conservación de forrajes están mejor preparados para enfrentar los vaivenes climáticos.

Nuevos desafíos: malezas resistentes

No todo son buenas noticias. Las excelentes condiciones de humedad y temperatura también trajeron un problema que ya se empieza a observar con claridad: la proliferación de malezas resistentes. “Vamos a tener complicaciones con especies como el nabo, el yuyo colorado y el raigrás perenne, especialmente en los lotes con aptitud agrícola”, señala el ingeniero. Y recomienda actuar de inmediato: “Es fundamental que cada productor aborde el tema sin demoras y en conjunto con su asesor técnico”.

Producción forrajera

La campaña actual en el centro bonaerense deja una enseñanza clara: la flexibilidad y la planificación estratégica son herramientas indispensables frente a la incertidumbre climática. La alternancia entre sequía y excesos hídricos exige respuestas rápidas, pero también decisiones sustentadas en el conocimiento técnico y la experiencia local.

Así, tras las lluvias que transformaron el paisaje, comienza una nueva etapa. Una en la que la adaptación será la clave para sostener la producción ganadera y forrajera en un escenario cada vez más dinámico e imprevisible.

Con información de ZonaCampo