Ganadería: de Italia a San Luis, la historia de Ser Beef y la pasión
La influencia de la inmigración italiana en el agro argentino y la ganadería es innegable. Ser Beef es un ejemplo de eso. Desde la llegada masiva de inmigrantes a comienzos del siglo XX, los italianos dejaron una impronta de ingenio y trabajo que transformó la actividad agropecuaria en el país. Hoy, en pleno siglo XXI, la tradición continúa con historias como la de Alessandro Radici, un economista italiano que encontró en Argentina su pasión por la ganadería y una segunda patria.
Radici llegó al país en 2015, con 31 años, para liderar la empresa familiar Ser Beef, fundada por su padre, Fausto Radici, en los años noventa. Aunque en su formación inicial no estaba contemplado dedicarse al campo, Alessandro descubrió en Argentina un terreno fértil para su crecimiento personal y profesional.
Los orígenes de Ser Beef
La historia de la empresa comenzó en 1996, cuando la familia Radici, con antecedentes en la industria textil en Italia, adquirió varios campos en San Luis. Inicialmente, invirtieron en sistemas de riego para mejorar la productividad agrícola. Sin embargo, pronto entendieron que transportar granos al puerto desde esa región era poco rentable. Inspirados por una compañía norteamericana, decidieron transformar los granos en origen instalando un feedlot y un frigorífico para exportar carne.
A pesar de las expectativas, el negocio enfrentó desafíos como el brote de aftosa a comienzos de los 2000, que restringió las exportaciones argentinas. Tras el fallecimiento de Fausto, la gestión quedó a cargo de Elena Matous, quien optó por cerrar el frigorífico y vender la hacienda para diversificar hacia la hotelería.
Cuando Alessandro asumió el liderazgo en 2015, encontró una empresa en plena transición, pero con un enorme potencial. Decidió apostar nuevamente por la ganadería, enfocándose en brindar servicios a terceros mediante un sistema circular que maximiza la eficiencia y el valor agregado en origen.
“En nuestra región tenemos ventajas únicas: clima favorable, disponibilidad de maíz y subproductos lejos del puerto. Esto nos permite ofrecer una dieta competitiva para los animales y mantener una sanidad destacada”, comenta Radici, quien ya habla con acento puntano.
El feedlot de Ser Beef es hoy uno de los más grandes del país, con capacidad para 80.000 cabezas distribuidas en 350 corrales. Durante 2023, lograron engordar 215.000 animales. Este nivel de producción requiere precisión y profesionalismo: el trabajo está sistematizado con software de última generación, y solo en los corrales emplean a 70 personas, incluyendo veterinarios y nutricionistas.
Producción integrada y sostenible
La actividad agrícola complementa el negocio ganadero. En 16.000 hectáreas, de las cuales 7.000 están bajo riego, producen entre 40.000 y 50.000 toneladas de maíz y soja al año. Este maíz no solo alimenta al ganado, sino que también reduce costos y aporta estabilidad al sistema.
El enfoque circular de la empresa se extiende al manejo de residuos: el estiércol sólido generado por el feedlot, unas 200.000 toneladas anuales, se utiliza como abono para los campos agrícolas. Además, están implementando un sistema de fertirriego con efluentes líquidos, completando así un modelo sostenible.
“Regar en una zona marginal como la nuestra es costoso, pero nos permite estabilizar los rindes. Es un desafío constante en términos de costos y mantenimiento, pero vale la pena por los beneficios productivos y ambientales”, explica Alessandro.
La marca propia: San Bernardo
En 2023, Ser Beef produjo 60.000 toneladas de carne con hueso, en su mayoría de novillos jóvenes tipo cuota 481, ideales para la exportación. Sin embargo, Radici vio una oportunidad para agregar valor: comenzaron a adquirir cortes excedentes de sus clientes exportadores, envasándolos al vacío bajo la marca San Bernardo.
“Vendemos cortes como nalga feteada, paleta y carne molida directamente en la puerta del campo. No es un gran volumen, pero es eficiente y refuerza nuestra identidad como productores de calidad”, señala Radici.
A pesar de no tener antecedentes en el agro, Radici confiesa haber desarrollado un profundo amor por la actividad agrícola-ganadera. “Es algo que no tenía en la sangre, pero aprendí a quererlo al conocerlo. Ahora me siento parte y quiero que esto siga creciendo, y nosotros con ello”, afirma.
El italiano no solo se enamoró del campo argentino, sino también de su gente y su cultura. “Ya me siento un poco puntano. En el Mundial fui hincha al 100% de Argentina, más aún porque Italia no participó. Este país me recibió con calidez y me hizo sentir como en casa”, concluye Radici, un tano que encontró en San Luis un nuevo horizonte y una nueva pasión.