Ganadería: el stock bovino cayó al nivel más bajo en 13 años

El stock bovino de la ganadería argentina cerró 2024 con una fuerte caída y alcanzó el nivel más bajo en más de una década. Según un informe de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, el país contabilizó 51,6 millones de cabezas de ganado, lo que representa una baja del 2,2 % interanual, y refleja la persistente debilidad estructural del sector ganadero.
La cifra confirma una tendencia preocupante de la ganadería: es el registro más bajo desde 2011, cuando el rodeo se situó en 50,7 millones. El dato contrasta con el pico de los últimos años, registrado en 2018, cuando el stock nacional había superado las 55 millones de cabezas. A pesar de algunas señales de eficiencia en indicadores puntuales, la actividad no logra recuperar el terreno perdido y mantiene un estancamiento crónico.
Eficiencia en destete, un dato alentador de la ganadería
Entre los pocos datos positivos del relevamiento oficial, se destaca una mejora en la tasa de destete en la ganadería, que pasó del 61,9 % al 65,2 % en un año. Se trata del segundo mejor registro en casi dos décadas, superado solo por el 66,7 % logrado en 2022. Este avance sugiere una mayor eficiencia en la producción de terneros, incluso en un contexto de reducción del stock de vientres.

Sin embargo, esa mejora no se tradujo en un aumento del número total de animales livianos: en 2024 se registraron 14,6 millones de terneros y terneras, lo que implica 82.000 animales menos que el año anterior. Esta caída del 0,5 % confirma que, si bien hay avances en eficiencia, el contexto climático y productivo sigue afectando al conjunto del rodeo.
“Este indicador demuestra que actualmente, con menos vacas que en 2007, se producen más terneros, lo que representa una mejora en uno de los principales indicadores de eficiencia productiva”, destacó el informe. De todas formas, la sequía acumulada durante los últimos años sigue pasando factura y condiciona la recuperación.

Caídas generalizadas en todas las categorías
La merma en el stock bovino no se limitó a un segmento puntual, sino que se extendió a casi todas las categorías. En el caso de vientres (vacas y vaquillonas), se perdieron alrededor de 800.000 cabezas, lo que equivale a una baja del 3 %. En los machos, se registró una caída del 3,9 % en los novillitos (185.000 menos) y del 4,1 % en novillos (97.000 menos).
Estos números no solo reflejan el impacto de la sequía y las dificultades productivas, sino también la falta de incentivos claros para la retención de animales y la inversión en largo plazo dentro de la cadena ganadera.

Corrientes, la excepción en el mapa ganadero
El informe también analizó la distribución geográfica del stock, con Buenos Aires al frente con 19,4 millones de cabezas, seguido por Santa Fe (6 millones) y Corrientes (4,5 millones). Esta última provincia mostró un comportamiento destacado: fue la única con un crecimiento significativo del 3,5 %, lo que equivale a 154.500 animales más que en 2023.
En Corrientes también aumentaron notablemente los animales livianos, con 124.400 terneros adicionales en el período analizado. “Este dato es relevante por el impacto que tiene la ganadería de esta provincia en el stock total”, subrayó el informe.
En contraste, otras regiones mostraron retrocesos marcados. La región de Cuyo fue la más afectada, con una caída del 7,2 % y un total de 1,89 millones de cabezas. Le siguió el NOA con una pérdida del 4,7 %, y la Patagonia, que retrocedió un 3,7 %. En la región centro, que concentra el mayor volumen de stock con 32,7 millones de cabezas, la baja fue del 2,5 %. El NEA, por su parte, logró mantener sus números prácticamente estables, con 13,1 millones de animales.

Con 2024 como el cierre de una década marcada por la inestabilidad climática y la falta de políticas sostenidas, el sector ganadero enfrenta un desafío estructural. Si bien hay signos de eficiencia productiva, como el aumento en el índice de destete, el stock nacional no logra superar los niveles de hace más de diez años.
La recuperación del rodeo argentino requerirá de condiciones macroeconómicas estables, incentivos a la producción y una mirada de largo plazo que permita aprovechar el potencial exportador y el rol estratégico de la carne en la economía del país.