Ganadería: qué impacto tiene la burlanda en la alimentación de feedlots


El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) evaluó el impacto de dietas con niveles crecientes de burlanda en la ganadería, un coproducto de la industria del bioetanol, sobre la ganancia de peso, el rendimiento en el frigorífico y la calidad de la carne bovina, por primera vez en Argentina. Con el respaldo del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el estudio no solo se enfocó en los efectos sobre el engorde y la carne, sino que también analizó cómo este producto impacta en la percepción del consumidor.

La burlanda, o granos de destilería húmedos, es un subproducto de la producción de bioetanol, compuesto por proteínas, lípidos y fibras. Este coproducto es especialmente útil para la alimentación bovina, pues permite reducir los desperdicios de la industria y, además, contribuye a la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 64%, lo que equivale a 1,3 millones de toneladas de CO2 equivalente. En este contexto, surge la pregunta de si es beneficioso aumentar hasta un 45% la inclusión de burlanda en las dietas de terminación.

La Dra. Laura Pouzo, investigadora del INTA Balcarce, explicó a Valor Carne que, durante la producción de bioetanol, se elimina el almidón del grano de maíz, que constituye el 70% de su peso, concentrándose el resto de los nutrientes en proporciones mucho mayores. “Por eso, la burlanda ofrece un alto contenido de proteínas, lípidos y fibras a precios competitivos para el ganadero”, aseguró Pouzo. Además, subrayó que este coproducto es rico en ácidos grasos poliinsaturados, lo que no solo beneficia a la salud animal, sino también a los consumidores, quienes tienen acceso a carnes más enriquecidas.

Ganadería, burlanda, feedlots

El estudio de la burlanda y la ganadería

El ensayo se llevó a cabo en el INTA Gral. Villegas, con la participación de 144 novillos de terminación alimentados con diferentes porcentajes de burlanda (0%, 15%, 30% y 45%) en reemplazo de granos de maíz y concentrados nitrogenados como soja y urea. Durante 84 días de engorde, los animales alcanzaron un peso promedio de 502 kilos, y los resultados fueron reveladores.

El estudio mostró que, al aumentar el nivel de burlanda en la dieta, se incrementó la ganancia diaria de peso de los animales, pasando de 1,32 a 1,45 kg/día, lo que se traduce en un mejor índice de conversión de alimentos (de 0,134 a 0,141). Además, se registró un aumento tanto en el peso vivo final de los animales (de 495 a 508 kg) como en el peso de la res caliente al gancho (de 285 a 296 kg). No obstante, no se observaron cambios significativos en el área de ojo de bife, la grasa dorsal ni en el nivel de marmoreo, parámetros importantes en la calidad de la carne.

Impacto en la calidad de la carne

Una parte crucial del estudio fue analizar los efectos sobre la calidad de la carne. En el laboratorio del INTA Balcarce, se evaluaron varios aspectos de la carne, como el pH, el color y la terneza, los cuales no mostraron alteraciones significativas. Sin embargo, el perfil de ácidos grasos sí presentó cambios, con un aumento en los ácidos grasos poliinsaturados, especialmente los omega-6, asociados con la mejora del perfil nutricional de la carne. Este hallazgo es relevante, ya que un mayor contenido de ácidos grasos poliinsaturados mejora la calidad nutricional de la carne, volviéndola más saludable para el consumo humano.

“Cuanto mayor es este índice, más saludable es la carne“, explicó Pouzo, quien también destacó que los animales fueron pastoreados durante ocho meses antes del ensayo, lo que aumentó el consumo de omega-3, otro ácido graso beneficioso. Esto sugiere que los sistemas productivos locales podrían estar generando carnes con un perfil de ácidos grasos favorable para la salud.

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La aceptación del consumidor

Finalmente, se evaluó la aceptación de la carne por parte de los consumidores. A pesar de un leve aumento en los niveles de oxidación lipídica, lo que podría generar problemas de color y sabor, los resultados mostraron que el consumidor no rechazó el producto. De hecho, la inclusión de burlanda mejoró la aceptabilidad general de la carne, especialmente en términos de sabor, mientras que la terneza y jugosidad no se vieron afectadas. Estos hallazgos sugieren que la inclusión de burlanda en la dieta puede beneficiar tanto al rendimiento animal como a la percepción del consumidor.

El estudio concluye que el incremento de hasta un 45% de burlanda en las dietas de terminación tiene efectos positivos sobre la ganancia de peso de los animales, mejora el perfil de ácidos grasos de la carne y aumenta la aceptabilidad del producto por parte de los consumidores. Además, al combinar estos beneficios con el impacto ambiental positivo de la industria del bioetanol, se podría estar desarrollando un producto superior para la cadena cárnica y para la sociedad en su conjunto.

“Si los beneficios productivos y ambientales se combinan con buenas características organolépticas y nutricionales, estamos creando una carne más saludable y sostenible”, concluyó Pouzo. Este avance podría marcar un antes y un después en la forma en que se alimenta el ganado en Argentina, y tener un impacto positivo en la industria cárnica a nivel global.