Fiebre aftosa: Una amenaza histórica de la ganadería global
La fiebre aftosa, enfermedad vírica transfronteriza que afecta a la ganadería, continúa siendo una preocupación de gran envergadura en el ámbito agropecuario mundial. Su alta capacidad de propagación y las severas consecuencias económicas que genera en las poblaciones afectadas, alteran no solo la producción ganadera, sino también el comercio regional e internacional de animales y productos derivados.
Impacto global y costos asociados
Se estima que el 77% del ganado mundial está expuesto a la fiebre aftosa, especialmente en África, Oriente Medio, Asia y ciertas áreas de América del Sur. Los países libres de la enfermedad permanecen en alerta constante ante su posible introducción. Según datos recientes, el 75% de los costos para el control y prevención de la enfermedad recaen sobre países de ingresos bajos y medianos-bajos, con África y Eurasia concentrando el mayor porcentaje: 50% y 33% de los costos totales, respectivamente.
A pesar de no ser fatal en la mayoría de los casos, la enfermedad puede alcanzar tasas de morbilidad cercanas al 100% en poblaciones susceptibles, debilitando significativamente a los animales infectados y afectando su productividad. Los animales jóvenes, en cambio, son especialmente vulnerables, ya que la enfermedad puede causarles la muerte por miocarditis o desnutrición si sus madres están afectadas.
La fiebre aftosa y sus características
Causada por un virus del género Aphthovirus (familia Picornaviridae), la fiebre aftosa se manifiesta a través de fiebre, úlceras y ampollas en las mucosas bucales, ubres y entre las pezuñas. Existen siete cepas del virus, cada una de las cuales requiere una vacuna específica para generar inmunidad.
Esta enfermedad figura en el Código Sanitario de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y es de notificación obligatoria. Asimismo, los países miembros de la OMSA pueden solicitar reconocimiento oficial para sus programas de control y estatus sanitario respecto a la fiebre aftosa, ya sea libre de la enfermedad con o sin vacunación.
Transmisión y riesgos asociados
El virus de la fiebre aftosa se encuentra en todas las secreciones y excreciones de los animales infectados, incluyendo saliva, leche y semen, y puede propagarse incluso antes de que los síntomas clínicos sean evidentes. Los animales infectados liberan grandes cantidades de virus en forma de aerosol, contaminando el ambiente y facilitando la transmisión a través del contacto directo o indirecto con animales susceptibles. Entre las vías de contagio destacan:
- Introducción de animales portadores.
- Contaminación de corrales, vehículos o equipos.
- Consumo de productos animales crudos o insuficientemente cocidos.
Aunque la fiebre aftosa no representa un riesgo para la salud humana, su impacto en la economía agropecuaria es significativo.
Diagnóstico y medidas de control
El diagnóstico se basa en la observación de signos clínicos y la confirmación mediante pruebas de laboratorio. La prevención y control incluyen sistemas de detección temprana, restricciones en la movilización de animales y medidas de bioseguridad. Entre estas destacan el control del acceso a las explotaciones, higiene rigurosa en instalaciones y equipos, y la eliminación adecuada de estiércol y cadáveres.
En caso de brotes, las estrategias incluyen el sacrificio de animales infectados o expuestos, cuarentenas estrictas, y vacunación en áreas endémicas utilizando cepas específicas del virus prevalente. Desde 2012, se implementa una estrategia global para su control, promovida por la OMSA.
Distribución geográfica y estatus sanitario
La fiebre aftosa es endémica en gran parte de África, Asia y Oriente Medio, mientras que América del Sur ha logrado avances significativos en la zonificación y control. Países como Australia, Nueva Zelanda y los de Europa Occidental están actualmente libres de fiebre aftosa, aunque enfrentan riesgos de reintroducción.
La OMSA reconoce tres categorías de estatus sanitario: libre de fiebre aftosa sin vacunación, con vacunación o en programas de control. Este reconocimiento es clave para el comercio internacional, garantizando estándares de seguridad y sostenibilidad.
A pesar de los avances en su control, la fiebre aftosa sigue siendo una amenaza para la producción ganadera global. La vigilancia constante, la cooperación internacional y la implementación de medidas preventivas efectivas son esenciales para reducir su impacto y proteger el comercio agropecuario mundial.