Fertilización en la campaña fina 2025: estrategias un año desafiante


La importancia de la fertilización crece en un contexto marcado por la incertidumbre climática y económica, donde los productores argentinos comienzan a delinear las estrategias para la campaña de cultivos de invierno, con la fertilización como eje clave. Desde distintas regiones del país, miembros de las regionales de AAPRESID comparten sus experiencias y decisiones frente a un escenario en el que cada insumo cuenta.

En el centro y norte del país, el agua manda

En zonas con suelos más deficitarios, como el centro y norte del país, el agua útil disponible en el perfil del suelo es el principal condicionante para avanzar con la siembra de trigo. Así lo explica Martín Recalde, de la Regional Aapresid Montecristo (Córdoba): “Tenemos bastante aceitada la relación entre agua útil y rinde potencial. Solo dejamos librado a la Pachamama el factor temperatura”.

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En este contexto, el trigo no solo aporta en lo económico, sino que también cumple un rol estratégico como cultivo de servicio. “Salir derechos ya justifica la inversión. Mejora los suelos y la captura de agua”, destaca Recalde. Además, afirma que los lotes con trigo previo muestran mejores rindes y estabilidad en cultivos sucesores como el maíz, incluso en años secos.

En cuanto a la estrategia de nutrición, Recalde remarca la importancia del diagnóstico: se mide el nitrógeno total de 0 a 20 cm y los nitratos de 20 a 60 cm, y la dosis se ajusta en función del rinde esperado. La fertilización se realiza en la presiembra o durante la siembra, con urea incorporada a 5-6 cm de profundidad para asegurar su eficiencia.

En Santa Fe, Emmanuel Vercelli (Regional Villa Trinidad) también prioriza el agua útil como factor decisivo. “Debe alcanzar para obtener al menos 2.000 kg/ha de trigo”, señala. En cuanto al manejo del nitrógeno, Vercelli apostó por la fertilización incorporada antes de la siembra, apoyado en una nueva máquina fertilizadora que mejora la eficiencia, reduce la dependencia de las lluvias y permite aplicar el fertilizante de forma más precisa.

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Cultivos de servicio: fertilizar con inteligencia

El uso de cultivos de servicio, como la vicia, gana protagonismo en distintas regiones del país como una estrategia para mejorar la nutrición de los cultivos. Desde la Regional Los Surgentes-Inriville (Córdoba), Ramón “Moncho” García destaca que la incorporación de vicia permite aportar entre 30 y 40 kg/ha de nitrógeno residual, un recurso clave en años sin aporte de napa.

En el sudoeste bonaerense, Carolina Meiller (Regional Guaminí-Carhué) lidera planteos mixtos con riego por pivot. Allí, la fertilización se inicia con una dosis de arranque y se complementa con re-fertilizaciones en estadios críticos. También utilizan cultivos de servicio a base de vicia con un doble propósito: mejorar la fertilidad y generar rollos para forraje.

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En esta zona, la búsqueda de rentabilidad también incluye cultivos alternativos como la cebada cervecera o el trigo candeal, donde la calidad proteica se paga con un plus. En estos casos, la fertilización se vuelve aún más estratégica. “Aplicamos biológicos y fertilizaciones foliares, ajustando dosis en base al estado nutricional del cultivo”, señala Meiller.

La fertilización variable emerge como una herramienta clave, especialmente en ambientes heterogéneos. En el sur de Córdoba, Luis Verri, director de Agronomy Tech y miembro de la Regional Aapresid Vicuña Mackenna, asegura que esta tecnología dejó de ser una moda para convertirse en una realidad cada vez más adoptada. “No siempre significa usar menos fertilizante, pero sí distribuirlo de forma más inteligente”, explica.

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El resultado: una mayor eficiencia medida en kilos de grano por kilo de nutriente aplicado. Verri concluye con una recomendación clara: “Todo agrónomo debería empezar por mapear sus lotes. Esa información cruzada con ambientaciones y dosis permite tomar decisiones más acertadas”.

En síntesis, frente a una campaña ajustada, los productores apuestan por estrategias de nutrición cada vez más precisas, sustentables y adaptadas a la realidad de cada región. La clave está en combinar herramientas tecnológicas, diagnósticos certeros y manejo agronómico para lograr cultivos más eficientes, aún en contextos adversos.

Con información de Aapresid