Fertilización eficiente: estrategias para evitar pérdidas de nutrientes y optimizar recursos
El manejo eficiente de nutrientes en el suelo a través de la fertilización es clave para aumentar la productividad agrícola y minimizar el impacto económico de las pérdidas. Investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) destacan el papel de las fertilizadoras incorporadas como una herramienta innovadora para mitigar problemas como la volatilización del nitrógeno, la lixiviación de nutrientes y el escurrimiento superficial.
El desafío de las pérdidas de nutrientes
La volatilización del nitrógeno es una de las principales causas de ineficiencia en la fertilización. Según Hernán Ferrari, coordinador del grupo Mecanización Agrícola del INTA, hasta un 50% del nitrógeno aplicado puede perderse por este fenómeno, así como por lixiviación y escurrimiento superficial. Esto no solo representa un desperdicio económico significativo, sino también un impacto ambiental.
“Con fertilizadoras incorporadas, se pueden reducir estas pérdidas entre un 40 y un 60 %, mejorando la absorción de nutrientes por las plantas y asegurando que los fertilizantes permanezcan en el suelo, cerca de las raíces”, explicó Ferrari. Esta tecnología entierra los nutrientes inmediatamente después de su aplicación, disminuyendo la exposición de la fertilización a condiciones que promueven su pérdida.
Las pérdidas de nitrógeno en sistemas convencionales sin fertilización pueden ser costosas. Ferrari detalló que, en cultivos como maíz o trigo, donde se aplican en promedio 120 kg de nitrógeno por hectárea y el costo del fertilizante ronda entre 0,80 y 1 dólar por kilogramo, las pérdidas pueden representar entre 48 y 72 dólares por hectárea.
Con fertilizadoras incorporadas, estas pérdidas se reducen significativamente, generando un ahorro potencial que varía entre 19 y 43 dólares por hectárea. Además, esta tecnología mejora la eficiencia del uso del nitrógeno (EUN), que según la FAO es solo del 50% a nivel global. Con su implementación, la EUN puede alcanzar hasta un 80%, especialmente en suelos con alta lixiviación.
En suelos ligeros o con bajo contenido de materia orgánica, la lixiviación es un problema recurrente. “La fertilizadora incorporada reduce esta pérdida al mantener los nutrientes en las capas del suelo donde las raíces pueden aprovecharlos”, explicó Ferrari.
Asimismo, las pérdidas por escurrimiento superficial durante lluvias intensas, que suelen alcanzar entre el 10 y el 15% de la fertilización aplicada en campos sin incorporación, se reducen casi por completo con esta tecnología.
Optimización del sistema de siembra
Además de mejorar la eficiencia en la fertilización, las fertilizadoras incorporadas liberan a las sembradoras de esta tarea, optimizando el sistema operativo. Tradicionalmente, las sembradoras deben detenerse frecuentemente para recargar semillas y fertilizantes.
Ferrari indicó que el fertilizante es usualmente el primer insumo que se agota, obligando a detener la máquina incluso cuando aún hay semillas disponibles. Con fertilizadoras independientes, se estima que el tiempo de detención de la sembradora se reduce entre un 15 y un 20%, mejorando significativamente la eficiencia operativa.
“Cada parada para recargar fertilizantes puede llevar entre 30 y 40 minutos, lo que suma hasta 2 o 3 horas diarias de tiempo muerto. Al eliminar estas paradas, la productividad de la sembradora aumenta directamente”, puntualizó el especialista.
El uso de fertilizadoras incorporadas no solo aporta ventajas económicas y operativas, sino que también fomenta prácticas agrícolas más sustentables. Al reducir las pérdidas de nutrientes, se minimiza la contaminación de aguas subterráneas y el impacto ambiental asociado al uso de fertilizantes.
Este avance tecnológico se posiciona como una solución integral para el manejo eficiente de nutrientes, beneficiando tanto a los productores como al medio ambiente. La incorporación de estas herramientas en los sistemas agrícolas promete ser un paso clave hacia una producción más rentable y sostenible.