Alarma en los Feedlots: cómo impacta la menor siembra de maíz
La disminución en las estimaciones de siembra de maíz para la campaña 2024/25 podría tener consecuencias graves en los feedlots y en la economía argentina, más allá de afectar a los productores agrícolas y la entrada de divisas al país. Esta caída también plantea un escenario preocupante para la actividad ganadera, en particular para el sector bovino, que depende en gran medida de este cereal como insumo clave en los sistemas de engorde a corral.
De acuerdo con datos de consultoras privadas, la industria de proteína animal en Argentina consume anualmente entre 10 y 12 millones de toneladas de maíz. Este cereal es fundamental para la producción de carnes, y en el caso específico de la ganadería bovina, es vital para el engorde a corral, un método que ganó popularidad en el país. Sin embargo, la reciente campaña de maíz estuvo marcada por una plaga de chicharritas que causó la pérdida de aproximadamente 10 millones de toneladas, lo que exacerbó las preocupaciones para el próximo ciclo.
Proyecciones desalentadoras para los feedlots
Las proyecciones para la siembra de maíz en el ciclo 2024/25 no son alentadoras. Las estimaciones de las bolsas privadas indican una posible reducción del área sembrada de entre 1,3 y 2 millones de hectáreas, lo que podría traducirse en una disminución de hasta 10 millones de toneladas en la producción total. Esta situación encenderá alarmas en la industria ganadera, que depende críticamente de este cereal.
Desde el mercado ganadero de Rosario (Rosgan), advirtieron que este escenario podría limitar significativamente la disponibilidad de uno de los insumos más importantes para los modelos de engorde a corral. “Este ajuste plantea un verdadero desafío, especialmente en un año en el que se espera una reducción en la oferta ganadera”, señalaron. La entidad también destacó la necesidad de intensificar los sistemas de engorde como una posible solución para mitigar la caída en la producción, agilizando los ciclos de engorde y aumentando la eficiencia en el uso de recursos.
El problema de la baja en la siembra de maíz no es exclusivo de Argentina. En otros países productores de ganado, como Brasil y Australia, el bajo precio del grano incentivó el aumento en los niveles de encierre. En Brasil, por ejemplo, se registró un incremento del 30% en el uso de feedlots, mientras que en Australia el confinamiento alcanzó cifras récord. En Paraguay y Uruguay, el panorama es similar al de Argentina, donde un invierno riguroso y el precio bajo del maíz llevaron a un aumento significativo en los encierres durante este año.
La situación en Argentina se reflejó en cifras récord de encierro. Según datos del Rosgan, al 1° de agosto se reportaron 2,05 millones de vacunos encerrados, superando por segundo mes consecutivo los máximos registrados el año pasado durante el período de sequía. Esto se debe a una relación muy favorable entre el precio del maíz y el valor del ganado gordo. En agosto, se necesitaban aproximadamente 80 kilos de ganado gordo para comprar una tonelada de maíz, una mejora respecto al año anterior.
El desafío de la disponibilidad de grano
En este contexto, el principal desafío para la producción de carne en Argentina no solo será mantener los niveles de producción en un escenario de alta demanda, sino asegurar la disponibilidad física del maíz. Las proyecciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) ya comenzaron a influir en los precios, con una estimación de una producción mundial de 1.219 millones de toneladas, cinco millones menos de lo estimado previamente.
Especialistas del Rosgan advirtieron que la escasez de maíz no solo afectará la producción bovina, sino que también tendrá repercusiones en las industrias de carne porcina y aviar. El sector ganadero argentino se enfrenta a un año desafiante, donde la disponibilidad y el precio del maíz jugarán un papel crucial en la sostenibilidad de la producción.