Exportaciones de ganado en pie: Oportunidades y desafíos para 2025

La reciente decisión del Gobierno de Argentina respecto a las exportaciones de ganado en pie para levantar una prohibición de más de cincuenta años ha abierto nuevas perspectivas para el comercio de la ganadería. Con la publicación del Decreto 133/25, que anula la restricción establecida en 1973 mediante el Decreto 322/73, se habilita la exportación de ganado vacuno con destino a faena. Esta medida se enmarca dentro de la política de desregulación promovida por el Ejecutivo, que busca evitar restricciones a las exportaciones e importaciones por razones económicas.
Históricamente, en la década de 1970, Argentina implementó diversas restricciones a la exportación de ciertos productos, con el objetivo de proteger industrias locales. En el sector de la carne, estas limitaciones afectaron no solo la exportación de animales vivos, sino también de cueros, grasas y sebos, para favorecer a la industria frigorífica, curtidora y alimentaria. Con el paso del tiempo, la mayoría de estas prohibiciones fueron eliminadas, pero la restricción a la exportación de ganado logró mantenerse por más de medio siglo.
Exportaciones de ganado en pie
A nivel internacional, la exportación de ganado vivo es una actividad consolidada, especialmente en países como Brasil, Uruguay, Nueva Zelanda y diversas naciones europeas. Los principales mercados de destino son los países del norte de África, Medio Oriente y Asia. Además, existe un fuerte intercambio comercial entre los países firmantes del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (USMCA, ex NAFTA).

No obstante, el comercio de ganado en pie enfrenta crecientes desafíos debido a las regulaciones en materia de bienestar animal. Un ejemplo de ello es Nueva Zelanda, que había decidido prohibir este comercio, aunque la nueva administración gubernamental revirtió la medida.
Brasil ha experimentado un notable crecimiento en la exportación de ganado vivo en los últimos años. En 2022, envió 180.000 cabezas al exterior, cifra que aumentó a 500.000 en 2023 y alcanzó casi un millón en 2024. El volumen de exportaciones en dólares pasó de 170 millones en 2022 a 470 millones en 2023 y casi 800 millones en 2024. En términos de carne equivalente, estas exportaciones representaron aproximadamente 200.000 toneladas equivalente carcasa (tec), lo que significó un 5% de su total exportado.
Entre los principales compradores de ganado brasileño se encuentran Irak, Turquía, Egipto, Líbano y Marruecos, que concentran más del 90% del comercio.
En el caso de Uruguay, las exportaciones de ganado vivo también han crecido en los últimos años. En 2021 se exportaron 260.000 cabezas, aunque en 2022 la cifra cayó a 80.000. Posteriormente, en 2023 y 2024, las exportaciones repuntaron con 300.000 y 350.000 cabezas respectivamente. El valor comercializado se situó entre 250 y 300 millones de dólares anuales. En 2024, estas exportaciones representaron aproximadamente 55.000 tec, lo que equivale al 10% de sus exportaciones de carne y el 15% del valor total en dólares. Turquía es el principal destino de la hacienda uruguaya, y recientemente Israel y Argelia han habilitado la importación de ganado vivo desde ese país.

Aspectos a considerar
El levantamiento de la prohibición en Argentina podría generar debate dentro del sector agropecuario y la industria frigorífica. Sin embargo, si se busca una mayor apertura en la exportación de carne, es lógico que también se permita la exportación de hacienda. Del mismo modo, la importación de ambos productos debe mantenerse en equilibrio para garantizar una competencia justa entre los distintos actores del mercado.
Uno de los principales desafíos es la existencia de mercados que imponen aranceles diferenciales para fomentar la importación de ganado vivo en detrimento de la carne procesada. Esto puede generar distorsiones comerciales y afectar la competitividad de la industria frigorífica. Un caso similar se vivió en Uruguay, donde el gobierno impuso restricciones a la exportación de hacienda para equilibrar la competencia con la carne.
Otro aspecto clave es el impacto de las preocupaciones ambientales y de bienestar animal sobre este comercio. La huella de carbono generada por el transporte de ganado y las condiciones en las que se realiza el traslado han sido objeto de críticas en diversas partes del mundo. Estas presiones podrían generar nuevas regulaciones que afecten la viabilidad de esta actividad en el mediano y largo plazo.
En conclusión, la apertura de la exportación de ganado en pie en Argentina representa una oportunidad para diversificar los mercados y generar nuevas fuentes de ingresos para el sector agropecuario. Sin embargo, es fundamental monitorear el impacto de esta medida en la industria frigorífica y evaluar los desafíos regulatorios y comerciales que puedan surgir a nivel internacional. La clave estará en equilibrar la apertura comercial con la sostenibilidad y la competitividad del sector.