El regreso del tapir a Tucumán: esfuerzos para reintroducirlo


En las selvas de Tucumán, donde alguna vez el tapir común (Tapirus terrestris) habitó libremente, un equipo liderado por el biólogo Juan Pablo Juliá trabaja para reintroducir a este emblemático mamífero, desaparecido de la región desde la década de 1940. Este ambicioso proyecto se desarrolla en la Reserva Experimental de Horco Molle (REHM), un espacio de 200 hectáreas ubicado en Yerba Buena, cerca de San Miguel.

La reserva, perteneciente a la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tucumán, no solo se dedica a la investigación científica, sino también a la educación ambiental y la conservación de especies amenazadas. Desde 1986, la REHM ha sido un refugio para animales rescatados del contrabando y la tenencia ilegal, con el objetivo de devolverlos a su hábitat natural. En este contexto, la reintroducción se presenta como un paso fundamental en la restauración del ecosistema de las Yungas.

Según Juliá, la raza habitaba históricamente en provincias como Tucumán, Santiago del Estero, Corrientes, el norte de Entre Ríos y Santa Fe, pero desapareció debido a la caza y la destrucción de su hábitat. “Los últimos registros en la provincia datan de la década de 1940”, señaló en diálogo con Bichos de Campo.

Tapir, Tucumán

La reintroducción del tapir

Actualmente, la reserva alberga nueve ejemplares de tapir provenientes de rescates y nacimientos en cautiverio. Sin embargo, para garantizar la sostenibilidad de la especie, se estima que se necesitan al menos 50 individuos en estado salvaje. Juliá explicó que, genéticamente, de diferentes regiones como Brasil y Paraguay son muy similares, lo que facilita la integración de ejemplares de distintas procedencias en un único grupo genético.

El plan de reintroducción contempla liberar los primeros tapires hacia finales de 2025 en las Yungas de Tucumán, un ecosistema con abundante vegetación y áreas protegidas. Este proyecto cuenta con el respaldo de la Fundación ProYungas, que trabaja en colaboración con empresas citrícolas para gestionar más de 50.000 hectáreas de “Paisajes Productivos Protegidos” (PPP), idóneos para la reintroducción.

Tapir, Tucumán

A pesar de ser un animal dócil e inofensivo, el tapir fue cazado intensamente por su carne, cuero y por creencias populares que atribuían propiedades medicinales a sus pezuñas. “Se decía que la pezuña de la pata izquierda podía curar males del corazón”, relató Juliá. Estas prácticas, sumadas a la caza furtiva por deporte, contribuyeron a su extinción local.

Hoy en día, aunque la presión humana sobre las Yungas ha disminuido debido a la migración hacia las ciudades, la caza furtiva sigue siendo una amenaza en otras regiones. Por ello, el equipo de Horco Molle, con apoyo de la Fundación Ranger y financiamiento de Microsoft, realiza un monitoreo constante para garantizar su seguridad y adaptación.

Tapir, Tucumán

Juliá es optimista sobre el éxito del proyecto. “Hay estrategias de recuperación de especies que se están implementando en todo el mundo. Aquí tenemos resuelta la cuestión del hábitat, con suficientes áreas protegidas y un ambiente propicio para los tapires”, afirmó.

El regreso del tapir a Tucumán no solo representa un logro para la conservación de la biodiversidad, sino también un paso hacia la recuperación de un ecosistema en equilibrio. Con esfuerzos coordinados entre científicos, fundaciones y la comunidad, este proyecto busca devolverle a la región uno de sus habitantes más emblemáticos, marcando un hito en la historia de la conservación en Argentina.