El fenómeno de El Niño empieza a mostrar signos de debilitamiento, ¿podría llegar La Niña pronto?
El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), caracterizado por anomalías positivas (El Niño) o negativas (La Niña) de la temperatura de la superficie del mar (TSM) en el Pacífico tropical, junto con cambios en la circulación atmosférica, ha sido muy activo en los últimos años. Entre 2020 y 2022 tuvimos una La Niña activa y en 2023 una transición a un El Niño, que persiste hasta principios de 2024. Así pues, ¡no hemos tenido un año ENOS neutro en los últimos cuatro años!
El actual fenómeno de El Niño alcanzó su máxima intensidad en diciembre de 2023, cuando las anomalías de la TSM en la región Niño 3.4 alcanzaron los +2ºC, lo que clasificó el fenómeno como El Niño fuerte. Tras alcanzar su máxima intensidad, el fenómeno está empezando a mostrar signos de debilitamiento, con una disminución gradual de las anomalías positivas de la TSM.
Al analizar las temperaturas oceánicas en los niveles más profundos del Pacífico Tropical, se puede observar que en las últimas semanas una burbuja de agua más fría que se había situado más al oeste ha empezado a desplazarse hacia el este y a mezclarse con las capas más superficiales, enfriando así la superficie del océano. A diferencia de meses pasados, esta burbuja de agua fría procedente del oeste se ha ido expandiendo y manteniendo, lo que indica que las temperaturas superficiales seguirán enfriándose.
Como consecuencia, las anomalías de temperatura entre la superficie y los 300 metros de profundidad en el Pacífico ecuatorial han disminuido drásticamente en las últimas semanas, tras el pico de intensidad de El Niño. A finales de enero, estas anomalías disminuyeron tanto que empezaron a registrar valores próximos a la media, lo que indica un debilitamiento brusco de El Niño.
El acoplamiento entre el océano y la atmósfera es esencial para el desarrollo y la intensificación del ENOS. Cuando este acoplamiento deja de producirse, el fenómeno de El Niño o La Niña comienza a debilitarse y a acercarse a su fin.
Además de las temperaturas oceánicas, la atmósfera también ha dejado de mostrar una respuesta clara a El Niño, lo que indica un desacoplamiento del océano. El Índice de Oscilación del Sur (IOS), que había sido negativo en los últimos meses, sosteniendo el fenómeno de El Niño, es ahora positivo desde principios de 2024. Este índice no había permanecido positivo durante tantos días desde principios de 2023, cuando estábamos bajo condiciones de La Niña, lo que también indica que El Niño tiene los días contados.
¿Qué indican las previsiones?
Este cambio de señal en la atmósfera y este brusco enfriamiento de las temperaturas en la capa superficial del Pacífico Tropical, si continúan a este ritmo, no sólo pondrán fin a El Niño en los próximos meses, situándonos en la fase neutra durante la segunda parte de la primavera boreal, ¡sino que nos encaminarán hacia el posible desarrollo de La Niña a partir de mediados de este año! De hecho, algunos modelos ya indican esta transición hacia La Niña al final del verano del hemisferio norte.
Según las últimas previsiones del Centro de Predicción del Clima (CPC) de la NOAA, la probabilidad de que se produzca un nuevo episodio de La Niña entre julio y octubre de 2024 supera el 50-60%. Esta probabilidad es la más alta para una previsión de julio a septiembre realizada en enero en los últimos 13 años de registros de previsiones conjuntas de la NOAA y el IRI (Instituto Internacional de Investigación sobre el Clima y la Sociedad).
¿Qué otros factores podrían dar lugar a La Niña?
Un estudio reciente que generó más de 10000 años de previsiones ENOS, simuladas a partir de un conjunto de previsiones análogas (previsiones de eventos pasados reproducidos), muestra que hay una mayor fiabilidad en la previsión ENOS con uno o dos años de antelación cuando la previsión se inicia en un fuerte El Niño y hace la transición a La Niña, que cuando se realiza en otros estados ENOS.
Diversos factores climáticos, además de las previsiones de los modelos numéricos, señalan una alta probabilidad de retorno de La Niña en el segundo semestre de 2024. De ser así, será el quinto año consecutivo de ENOS activo.
Además de este trabajo, la climatología también sugiere un cambio de El Niño a La Niña este año. Según los datos de la NOAA, desde 1950 se han producido seis episodios de El Niño antes del actual, clasificados como fuertes durante el periodo de octubre a diciembre: 1957-58, 1965-66, 1972-73, 1982-83, 1997-98 y 2015-16. En los cuatro más recientes de estos seis eventos, hubo una transición a La Niña inmediatamente después de El Niño.
Algunos estudios sugieren también que la aparición del Dipolo del Océano Índico (DOI) precede en varios meses al desarrollo del ENOS. Por lo general, una fase DOI positiva tiende a favorecer la aparición de La Niña entre 9 y 14 meses después de su intensidad máxima, mientras que El Niño tiende a formarse entre 9 y 14 meses después de la intensidad máxima de una fase DOI negativa. El último evento DOI positivo alcanzó su pico de intensidad en octubre de 2023, por lo que pensando en esta línea, tendríamos el desarrollo de La Niña en el segundo trimestre de 2024.
Otro patrón de teleconexión que favorece la aparición de La Niña a finales de este año es la Oscilación Decadal del Pacífico (PDO), que ha estado en fase negativa en los últimos años y sigue estándolo. Durante los años de PDO negativa, La Niña se ve más favorecida sobre el Pacífico Tropical, mientras que durante los años de PDO positiva, El Niño se ve favorecido.
Fuente: Meteored / Paola Bueno