El campo mira hacia adelante tras una campaña 2024/25 desafiante

Las recientes campañas agrícolas del campo en Argentina han estado marcadas por condiciones climáticas extremas, poniendo a prueba la capacidad de adaptación de los productores. Tras un período de lluvias intensas en la región núcleo sur y una prolongada sequía en el noreste argentino (NEA), los efectos en los cultivos se han hecho evidentes. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires ajustó su proyección de producción de soja de 49,5 a 48,6 millones de toneladas, reflejando el impacto del déficit hídrico y las altas temperaturas en diversas zonas productivas del país.
El campo en el NEA ha sido particularmente afectado, con una reducción del 22% en su potencial productivo debido al escaso desarrollo de las plantas y estructuras reproductivas. Sin embargo, las lluvias de finales de febrero y principios de marzo trajeron alivio en la región núcleo, donde tanto la soja de primera como la de segunda experimentaron mejoras en sus rendimientos esperados. Estas condiciones permitieron mitigar parcialmente las pérdidas sufridas en el norte.
Maíz: cosecha dispar según la región del campo
La cosecha de maíz avanza con un 13,6% del área nacional recolectada, beneficiada por condiciones climáticas que aceleraron el ritmo de cosecha. No obstante, el rendimiento promedio nacional, situado en 82,7 quintales por hectárea, refleja una marcada disparidad entre las diferentes regiones. Mientras que en algunas áreas del norte los rindes han caído hasta un 40%, otras regiones como el norte de Santa Fe, Córdoba y parte del sur agrícola registran descensos de entre el 6% y el 15% debido al déficit hídrico acumulado. A pesar de estas dificultades, la revisión al alza del área implantada en el ciclo 2023/24, estimada en 8,4 millones de hectáreas, ha permitido mantener la proyección de producción de maíz en 49 millones de toneladas.

Planificación para la próxima campaña
El campo ya está focalizado en la próxima campaña agrícola, con estrategias de manejo y selección de variedades que permitan maximizar los rendimientos en un contexto de incertidumbre climática. Patricio Munilla, gerente de marca Don Mario, señaló a Ámbito Financiero que “la campaña de soja tuvo rendimientos medianos en general, aunque hubo zonas destacadas y otras con desempeños más bajos. En términos generales, los resultados finales permitirán a los productores cerrar un ciclo relativamente positivo”.
Según Munilla, la elección de variedades será clave para la próxima siembra, considerando factores como la disponibilidad de agua en lo campo, la fertilización, la presencia de malezas y las ventanas de siembra. Don Mario ha lanzado nuevas variedades de soja que, según la empresa, superaron a los testigos en sus respectivos grupos de madurez, lo que podría traducirse en un salto de calidad para los productores.

En cuanto al maíz, Andres Caggiano, gerente de desarrollo de productos en NK Semillas, destacó que “el próximo año del campo podría mostrar una recuperación en la superficie sembrada, especialmente en el maíz temprano, que en muchas zonas ha mostrado buenos resultados. Además, el tardío también mejoró gracias a la llegada de agua”. Según Caggiano, la recuperación de la confianza en el maíz será clave, ya que el cultivo es fundamental para la rotación de suelos y el abastecimiento de alimento para el sector ganadero.
Por su parte, Aimar Pena, gerente de semillas y trade de BASF Argentina, manifestó optimismo respecto al nuevo ciclo productivo. “A pesar de algunos excesos de lluvia, en gran parte del territorio argentino los perfiles de humedad están comenzando a recargarse, algo que no ocurría desde hace dos o tres años. Esto representa un alivio importante para los productores”, destacó. BASF planea complementar la próxima campaña con nuevos lanzamientos en maíz y girasol, enfocados en mejorar rendimiento y estabilidad.
Con la economía estabilizándose y las condiciones climáticas mostrando cierta mejoría, el sector agrícola enfrenta el nuevo ciclo con expectativas renovadas. A pesar de los desafíos que han caracterizado los últimos años, el agro sigue demostrando su capacidad de resiliencia y su rol clave como motor económico del país. Si el clima acompaña, la campaña fina podría marcar un punto de inflexión y permitir que los productores encaren el próximo ciclo con mayor solidez.