Drones en la agricultura: una tecnología con alto potencial que aún espera regulación en Argentina


El avance de la digitalización en la agricultura ha abierto un abanico de posibilidades para el sector agropecuario, y una de las tecnologías que más rápidamente gana terreno es la aplicación de productos fitosanitarios mediante drones. Aunque su uso ya es una realidad en muchas regiones del país, expertos advierten que todavía resta desarrollar un marco regulatorio específico para su implementación segura y eficiente.

La importancia de los drones en la agricultura

En Argentina, los drones ya se utilizan para pulverizaciones en cultivos, una tarea antes reservada a maquinarias terrestres o aviones tripulados. Estos vehículos aéreos no tripulados (VANT) ofrecen múltiples ventajas: versatilidad para operar en terrenos difíciles o anegados, mayor precisión en la aplicación, eliminación de la huella mecánica sobre el cultivo, reducción del impacto ambiental y mayor seguridad para el operador, al disminuir el contacto directo con agroquímicos.

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Asimismo, los drones permiten una aplicación más eficiente al operar a baja altura y con volúmenes precisos. Esto contribuye a reducir la deriva de productos y el desperdicio, mientras que su menor tamaño y consumo energético los convierte en una alternativa de menor costo frente a otras tecnologías. En términos de logística, permiten “manchonear” el lote sin dañarlo, una ventaja clave para el manejo de áreas problemáticas o tratamientos puntuales.

Sin embargo, no todo es beneficio. Entre sus limitaciones, los expertos destacan el menor tamaño de gota que generan —lo que incrementa el riesgo de deriva si no se manejan correctamente—, la falta de sistemas de agitado en los tanques, una autonomía limitada debido a la duración de las baterías, y la escasa capacidad de carga de los tanques, que rara vez superan los 50 litros. Además, no son aptos para mezclas complejas ni para dosis elevadas, lo que dificulta su uso para herbicidas en cultivos extensivos.

A nivel global, el uso de drones agrícolas avanza a pasos firmes. En 2024 se estima que más de 500 millones de hectáreas fueron pulverizadas con esta tecnología en más de 100 países. China y Estados Unidos lideran el uso de drones en el agro, con un tercio de su superficie agrícola alcanzada por este tipo de aplicaciones. En América del Sur, Brasil y Uruguay muestran un avance sostenido, mientras que Argentina aún se encuentra rezagada.

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No obstante, el interés crece. En 2023 se importaron cerca de 90 drones agrícolas al país y, para agosto de 2024, esa cifra ascendió a 600. Las proyecciones para 2025 indican que más de 2.000 unidades estarán operativas. Las marcas líderes en el mercado local son DJI y XAG, ambas de origen chino.

En cuanto al marco legal, en julio de 2024 el gobierno nacional actualizó las normativas sobre vehículos no tripulados mediante el decreto 663/2024. Esta reforma adaptó el Código Aeronáutico a los estándares internacionales, facilitó la importación de equipos y estableció que toda empresa que opere drones debe estar registrada en la ANAC, al igual que los pilotos, que deben estar debidamente habilitados según el peso y uso de los VANT.

Sin embargo, una gran deuda pendiente es la falta de regulación específica por parte del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), que aún no autoriza la aplicación de fitosanitarios convencionales mediante drones. Actualmente solo se permiten ensayos experimentales bajo supervisión, en colaboración con empresas del rubro, con el objetivo de generar información técnica que respalde la modificación de los marbetes.

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Los especialistas coinciden en que los drones representan un nuevo método de aplicación, diferente de las pulverizaciones terrestres o aéreas tradicionales, por lo que requieren una evaluación propia. Las gotas más finas, los bajos volúmenes de agua y el patrón de aplicación menos predecible exigen estudios adicionales para garantizar la eficacia del tratamiento y minimizar los riesgos para el ambiente y la salud humana.

Con una tendencia de crecimiento marcada y un mercado en plena expansión, todo parece indicar que los drones llegaron para quedarse. Pero para que su uso sea seguro, eficaz y sostenible, el país deberá avanzar sin demora en una normativa que acompañe la evolución tecnológica del agro argentino.