Consumo de carne: en 2024 se consumió casi 5 kilos menos por persona
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El consumo de carne en Argentina registró en 2024 una de sus caídas más significativas de los últimos años. Según datos oficiales de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, cada habitante del país consumió en promedio 5 kilos menos de carne en comparación con 2023, sumando las tres principales variedades: vacuna, aviar y porcina. Este fenómeno se dio a pesar de que sus precios aumentaron por debajo de la inflación general, que alcanzó el 117% anual.
El consumo de carne en Argentina
El consumo de carne vacuna, históricamente la más consumida en el país, fue la más afectada. En 2024, el consumo per cápita se ubicó en 47,69 kilos anuales, una reducción de 4,5 kilos respecto de los 52,24 kilos registrados el año anterior, lo que representa una caída del 8,8%. En total, de los 3,18 millones de toneladas de carne producidas, 2,245 millones se destinaron al mercado interno, mientras que 933 mil toneladas fueron exportadas, elevando la participación del comercio exterior al 30% de la producción, cuando históricamente se ubicaba en torno al 25%.
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Por su parte, el consumo de carne de pollo también registró una baja. En 2024, el consumo anual por habitante se ubicó en 45,20 kilos, una reducción de 650 gramos en comparación con los 45,85 kilos del año anterior, es decir, un retroceso del 1,4%. En cambio, la carne porcina mostró un leve crecimiento, pasando de 16,72 kilos en 2023 a 17,13 kilos en 2024, un incremento de apenas 410 gramos per cápita.
En total, la sumatoria de estas tres carnes alcanzó un consumo promedio de 110,2 kilos por habitante en 2024, mientras que el año anterior había sido de 114,81 kilos. Esta situación marca un cambio en la tendencia de sustitución de carne vacuna por otras opciones más accesibles, ya que en esta oportunidad la baja se registró de manera generalizada en todas las variedades.
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La caída del consumo de carne preocupa porque refleja la pérdida del poder adquisitivo de la población y el impacto del ajuste económico implementado por el gobierno de Javier Milei. A pesar de que los precios de la carne subieron por debajo de la inflación (70% en el caso de la carne vacuna y entre 80% y 90% en las otras dos), la menor capacidad de compra de los argentinos hizo que incluso estos valores resultaran inaccesibles para muchos sectores.
La industria frigorífica y la cadena de ganados y carnes minimizan esta situación, argumentando que la caída del consumo local permite ampliar la oferta exportable, lo que beneficia al sector en su conjunto. Sin embargo, esta postura ignora que la carne es un componente esencial de la dieta argentina y que su menor acceso afecta especialmente a los sectores más vulnerables.
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Ante este panorama, cabe preguntarse qué habría ocurrido si los precios de la carne hubieran subido al ritmo de la inflación. Todo indica que la caída en el consumo habría sido aún mayor, dejando en evidencia las dificultades económicas que enfrentaron los argentinos durante 2024.