Clima 2025: Qué pasará en el campo sin El Niño ni La Niña

El clima ha sido un factor determinante en la producción agropecuaria argentina durante la última campaña, con un escenario marcado por sequías severas e inundaciones que afectaron los rendimientos. Ante la ausencia de fenómenos climáticos dominantes como El Niño y La Niña, los productores deben estar atentos a otras variables que inciden en las precipitaciones y temperaturas.
El especialista en meteorología agropecuaria Ignacio Amorín, en su participación en Agrofy News Live, brindó un panorama sobre la situación climática actual y las proyecciones para los próximos meses, señalando los desafíos y oportunidades para el sector.
Sequías e inundaciones: impactos en la campaña gruesa
La sequía fue uno de los principales factores que afectaron la producción de maíz y soja en la campaña gruesa, con precipitaciones escasas entre diciembre y marzo. Según Amorín, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires recortó las estimaciones de producción en un 22%, con Córdoba y el norte del país como las regiones más perjudicadas. Aunque en las últimas semanas se registraron lluvias en Santa Fe, Chaco y Formosa, llegaron demasiado tarde para recuperar los cultivos dañados.

Por otro lado, el exceso de lluvias en la región pampeana ha provocado inundaciones en más de dos millones de hectáreas en distritos como 9 de Julio, Carlos Casares y Trenque Lauquen. A corto plazo, la situación podría agravarse debido a nuevas precipitaciones previstas en los próximos días, lo que genera incertidumbre entre los productores afectados.
Recarga hídrica y perspectivas para la campaña fina
A pesar de las pérdidas sufridas en la campaña gruesa, las lluvias recientes han permitido una buena recarga hídrica del suelo, lo que mejora las perspectivas para la siembra de cultivos de invierno, como el trigo y la cebada.
“Las condiciones son muy distintas a las de la campaña gruesa. Ahora hay una buena disponibilidad de humedad, lo que permite encarar la siembra de la fina con mejores expectativas”, afirmó Amorín.

Si bien la cantidad de lluvias sigue siendo un factor clave, la situación climática actual ofrece un respiro a los productores que se preparan para la nueva etapa del ciclo agrícola.
Una de las claves del pronóstico climático actual es la ausencia de los fenómenos de El Niño y La Niña, lo que sitúa a la Argentina en un período de neutralidad climática.
Según Amorín, aunque el Océano Pacífico muestra signos de enfriamiento, no se han alcanzado los umbrales necesarios para declarar una fase de La Niña. En este contexto, el especialista destacó que otros factores climáticos, como la actividad atmosférica en la Antártida y el Océano Índico, pueden influir en las lluvias y temperaturas en el país.
Estos fenómenos tienen un impacto directo en la dinámica de las precipitaciones y pueden modificar los patrones climáticos tradicionales, por lo que su monitoreo es esencial para la planificación agrícola.

Pronóstico del clima para el otoño e invierno
Para el otoño, se esperan temperaturas normales o ligeramente superiores en la provincia de Buenos Aires, mientras que en el resto del país se mantendrán dentro de los valores habituales. En cuanto a las lluvias, se prevén valores entre 100 y 300 mm, dependiendo de la región, lo que podría favorecer la recarga de humedad en los suelos.
En el caso del invierno, se anticipa un comportamiento climático estable, sin heladas tempranas en la zona central y norte del país. Esto representaría un beneficio para la siembra y desarrollo de cultivos de invierno.

Sin embargo, en el noreste argentino (Corrientes, Formosa, Chaco y Misiones), las lluvias podrían estar por debajo de lo normal, lo que afectaría cultivos clave como la yerba mate.
El clima sigue siendo un factor determinante para la producción agropecuaria en Argentina, con una campaña gruesa fuertemente golpeada por la sequía y las inundaciones, pero con mejores perspectivas para la campaña fina, gracias a la recuperación de la humedad en los suelos.
Ante la neutralidad climática, los productores deberán estar atentos a las variaciones en las precipitaciones y temperaturas para planificar sus cultivos y reducir los riesgos climáticos. El monitoreo de factores como la actividad en la Antártida y el Océano Índico será clave en los próximos meses, en un año que se presenta con grandes contrastes y desafíos para el agro.