Chicharrita del maíz 2025: monitoreo para evitar futuras pérdidas

La Red Nacional de Monitoreo de Dalbulus maidis, conocida comúnmente como la “chicharrita del maíz”, publicó su 17° informe de seguimiento, en el que confirma un nuevo incremento poblacional del insecto vector en distintas regiones del país. Si bien este comportamiento era esperado para esta época del año y no representa un riesgo inmediato, los especialistas subrayan la importancia de continuar con las tareas de monitoreo para anticipar posibles problemas en las próximas campañas agrícolas.
¿Dejó de ser un problema la chicharrita del maíz?
“El monitoreo no puede detenerse, incluso en estos meses alejados del inicio de la siembra”, afirmó Alejandro Vera, coordinador de la Red y referente de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC). La recomendación se enmarca en un contexto particular: tras el desastre productivo de la campaña 2023/24, en la que la chicharrita provocó la pérdida de más de 10 millones de toneladas de maíz, el impacto en la actual temporada fue casi nulo, gracias a una fuerte estrategia de prevención basada en el relevamiento y análisis constante.
La red, que realiza capturas a través de trampas cromáticas en distintas zonas agrícolas, registró un aumento poblacional del vector, especialmente en áreas endémicas, aunque sin generar alarma. De hecho, más del 90% de los lotes relevados ya se encuentran fuera del período crítico de susceptibilidad al complejo de patógenos que transmite el insecto.

Según el informe elaborado entre el 29 de marzo y el 14 de abril de 2025, y que abarcó 389 localidades productivas de todo el país, las poblaciones de chicharrita siguieron creciendo en las principales regiones maiceras. La única excepción fue el Litoral, donde los niveles se mantuvieron estables.
La expansión del insecto, según explicaron desde la Asociación Maíz y Sorgo Argentino (Maizar), se relaciona tanto con factores climáticos propios del otoño como con la finalización de las estrategias de control fitosanitario. “Los cultivos ya pasaron la etapa de mayor riesgo, por eso es normal que las tareas de control se hayan detenido. Pero esto no significa que podamos dejar de prestar atención a la evolución del vector”, remarcaron desde la organización.

La clave, explican, es anticiparse. Y para eso resulta esencial sostener las tareas de seguimiento, tanto mediante trampas como con observaciones directas en campo, incluso cuando el maíz ya ha sido cosechado.
“El trabajo que hicimos esta campaña fue clave para evitar pérdidas mayores. Pudimos advertir con tiempo la presencia del vector y los productores actuaron en consecuencia. Esto muestra que la información generada en red, con una mirada regional, es decisiva”, señaló Vera.
Desde la Red Nacional de Monitoreo, integrada por instituciones públicas y privadas del sector agropecuario, consideran que el conocimiento generado hasta ahora debe ser ampliado. “La dinámica del vector es compleja y aún estamos aprendiendo. Cada dato que recopilamos ayuda a mejorar las decisiones futuras”, destacó el coordinador.
Asimismo, advirtieron que la amenaza que representa la chicharrita no ha desaparecido. “En 2023/24 hubo una combinación de factores —altas temperaturas, siembras tempranas, falta de información— que generaron un escenario crítico. Este año logramos prevenirlo, pero eso no significa que no pueda repetirse si bajamos la guardia”, agregaron.

El llamado a mantener los monitoreos activos responde a una estrategia preventiva de largo plazo. A través de un seguimiento continuo, los técnicos buscan generar modelos predictivos más ajustados y brindar recomendaciones específicas por región, ajustadas a las condiciones de cada campaña.
En definitiva, la lección de la última campaña parece clara: frente a amenazas biológicas complejas, como la chicharrita del maíz, la información y la vigilancia constante se convierten en las herramientas más poderosas para garantizar la sustentabilidad productiva y evitar nuevas crisis.