Chicharrita del maíz: estrategias clave para evitar la pérdida de rendimiento 2025


La chicharrita del maíz, vector responsable del achaparramiento del cultivo, fue una de las principales amenazas para la producción en la última campaña. Sin embargo, este año, la incidencia de la plaga fue menor, gracias a una combinación de factores climáticos y de manejo.

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Famaillá, en Tucumán, llevó a cabo una investigación para desarrollar estrategias más efectivas en el control de la chicharrita del maíz. A través de un enfoque integral que combina biotecnología, monitoreo y prácticas agrícolas sostenibles, se estableció una línea de trabajo que podría marcar la diferencia en futuras campañas.

El invierno frío y las condiciones de humedad jugaron un papel clave en la reducción de la población de chicharritas durante esta campaña. Si bien la plaga no desapareció por completo, su presencia fue significativamente menor en comparación con el año anterior.

De acuerdo con los especialistas, además del clima, las fechas de siembra adecuadas también contribuyeron a minimizar el impacto de la chicharrita del maíz. Esto refuerza la importancia de seguir prácticas agronómicas recomendadas para disminuir la vulnerabilidad del maíz.

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Investigación y estrategias de control de la chicharrita del maíz

Uno de los avances más relevantes logrados por el INTA Famaillá es la identificación del genoma del vector, lo que ha permitido comprender mejor su comportamiento y desarrollar estrategias de control más eficientes.

Según la licenciada en Biotecnología del INTA, Cecilia Ledesma, el enfoque para combatir la chicharrita se basa en tres líneas de trabajo principales:

  1. Desarrollo de tecnologías de detección temprana: Implementación de sistemas de monitoreo que permitan identificar la presencia del vector antes de que cause daños significativos.
  2. Investigación en biología molecular y genética: Aplicación de técnicas de ingeniería genética para desarrollar híbridos de maíz más resistentes a la plaga y a las enfermedades que transmite.
  3. Prácticas agrícolas sostenibles: Respeto por las fechas de siembra específicas de cada región, uso de semillas tratadas y control del maíz voluntario para reducir el hábitat del vector.
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El rol de la mesa técnica regional NOA-NEA

Dado que el norte del país es la región más afectada por la chicharrita del maíz, se creó la mesa técnica regional NOA-NEA, integrada por las provincias de Tucumán, Catamarca, Salta, Jujuy, Formosa, Chaco y Santiago del Estero. Este espacio tiene como objetivo coordinar esfuerzos para desarrollar estrategias conjuntas que reduzcan el impacto de la plaga.

Desde el INTA, destacaron que la investigación se ha centrado en evaluar y desarrollar estrategias de manejo del vector y control de la enfermedad, con el fin de minimizar los daños y asegurar la calidad y el rendimiento del maíz en la región.

El monitoreo de la chicharrita del maíz es una de las herramientas clave para su control. Por esta razón, el INTA ha implementado trampas amarillas, que permiten medir la población de chicharritas y compartir los datos con la Red Nacional de Trampas Amarillas.

Además, se ha incorporado el uso de redes entomológicas, que ayudan a determinar el refugio invernal del vector, y el monitoreo directo sobre los cultivos, con el objetivo de conocer en tiempo real el estado de la plaga.

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Toda la información recabada a nivel nacional se integra en un mapa de monitoreo, que se actualiza cada quince días y está disponible para los productores en la página oficial del INTA. Esta herramienta resulta fundamental para tomar decisiones informadas y aplicar medidas preventivas en los cultivos.

La lucha contra la chicharrita del maíz exige un enfoque integral que combine biotecnología, monitoreo y manejo agronómico adecuado. La investigación del INTA Famaillá y la implementación de estrategias basadas en la detección temprana, el desarrollo de híbridos resistentes y el control sostenible son claves para reducir el impacto de esta plaga.

El trabajo conjunto entre los productores, el INTA y las entidades regionales será fundamental para garantizar la sostenibilidad del cultivo y minimizar las pérdidas de rendimiento en futuras campañas.