Campo vs VISEC: sigue creciendo el malestar en el sector agropecuario


A menos de cuatro meses para la entrada en vigor de la regulación del VISEC, la “antideforestación” de la Unión Europea, que promete transformar radicalmente la comercialización global de productos agroindustriales, la preocupación y la incertidumbre crecen en el ámbito agrícola argentino. La normativa, que se implementará a partir de enero de 2025, requiere que los productos exportados a la UE estén libres de deforestación, lo que generó un clima de inquietud entre los productores y exportadores argentinos.

Durante el Congreso Internacional del Maíz, Federico Zerboni, presidente de Maizar, expresó la creciente frustración del sector con la falta de una postura definida. “Está faltando una definición del sector productivo argentino por sí o por no. ¿Nos conviene abrir la puerta a esto o tenemos que pedir más diálogo?”, cuestionó Zerboni, reflejando la ambigüedad y la falta de consenso en torno a cómo enfrentar esta nueva regulación.

Por su parte, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) está considerando su futura adhesión al sistema georreferenciado de monitoreo, reporte y verificación denominado Visec, administrado por la Bolsa de Comercio de Rosario con el apoyo de Land Innovation Fund (una ONG fundada por Cargill) y el programa Al Invest Green de la Comisión Europea. Este sistema tiene el objetivo de asegurar la trazabilidad y la sostenibilidad de los productos agrícolas.

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Sin embargo, la Sociedad Rural Argentina (SRA) adoptó una postura pragmática. A pesar de considerar que la exigencia de la UE-27 es conceptualmente inapropiada, sugiere que lo mejor para Argentina es intentar cumplir con la normativa para mantener la continuidad del negocio. En este contexto, los productores se enfrentan a una difícil decisión: adaptarse a las nuevas reglas o arriesgarse a perder acceso a mercados importantes.

Este martes, las sociedades rurales del norte bonaerense emitieron un comunicado rechazando la regulación de la UE-27 y cuestionando la propuesta de permitir que la Bolsa de Comercio de Rosario acceda a los datos fiscales de los productores para completar los registros necesarios para la trazabilidad. Esta medida fue criticada por algunos sectores como una invasión a la privacidad y una carga adicional para los productores.

En respuesta a la normativa, surgieron ofertas de “Soja Visec” destinadas a aumentar la adhesión de los productores a la nueva plataforma de trazabilidad. Sin embargo, la falta de participación generalizada podría obstaculizar la capacidad de realizar un seguimiento efectivo de la soja exportada. A partir de 2025, los contratos de compraventa de soja incluirán la cláusula “apto Visec”, lo que implicará que los productores que no cumplan con estas condiciones solo podrán vender el poroto a fábricas de alimentos balanceados o elaboradoras de expeller de soja para consumo interno.

Javier Milei, Nicolás Pino, VISEC, Campo
Foto: La Nación

Otro punto de preocupación es el impacto en la industria aceitera argentina, que depende en gran medida de la soja paraguaya. Si Paraguay no logra implementar un sistema de trazabilidad que permita exportar soja a Argentina, el efecto sobre el mercado regional podría ser devastador.

A fines de julio, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay solicitaron a la Unión Europea que postergue la normativa “antideforestación” debido a que constituye una barrera comercial significativa. Sin embargo, más de un mes después de esta solicitud, la UE-27 no respondió, generando especulaciones sobre si se trata de desidia o desinterés.

Para un país como Argentina, cuya economía depende en gran medida de las exportaciones del complejo sojero, la cuestión debería ocupar un lugar prioritario en la agenda pública. Sin embargo, no parece que el presidente y otros líderes estén abordando el tema con la urgencia que la situación demanda.

A nivel regional, la incertidumbre sigue creciendo a medida que se acerca la fecha de implementación. ¿La UE-27 reconsiderará su posición? ¿Persistirá en la medida, arriesgando un posible desabastecimiento de harina de soja y otros productos? ¿O la situación se resolverá de manera gradual, permitiendo que Europa ajuste las reglas del juego? La falta de respuestas claras deja muchas preguntas sin respuesta, mientras el sector agroindustrial argentino se prepara para enfrentar un futuro incierto.