Besa el Suelo: el documental de pioneros argentinos de la siembra directa y la revolución agrícola


El documental de Netflix “Besa el suelo” puso en el foco mundial un problema crítico: la erosión y degradación de los suelos debido a la labranza convencional. Mientras el filme aborda soluciones globales, en Argentina, un grupo de pioneros cambió radicalmente la lógica productiva implementando la siembra directa, una técnica que transformó la agricultura y posicionó al país como referente internacional.

La siembra directa o labranza cero, introducida en Inglaterra en la década de 1940, representa una innovación agrícola clave. A diferencia del método tradicional de arado, esta técnica conserva los nutrientes del suelo al permitir que los cultivos crezcan sobre los restos de cosechas anteriores, aumentando la retención de agua y materia orgánica. Sin embargo, en sus inicios, la práctica no logró arraigar en Europa ni en Estados Unidos, donde la erosión ya era un problema grave.

Fue en América Latina donde esta técnica encontró su terreno más fértil. En Chile, Carlos Crovetto logró reconstruir suelos erosionados en pendientes extremas. Pero fue en Argentina, durante los turbulentos años 70, donde la siembra directa adquirió un alcance revolucionario.

Besa el suelo y los visionarios argentinos

El cambio comenzó con Rogelio Fogante, entonces decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Rosario y experto del INTA. Angustiado por la creciente erosión de las fértiles pampas, Fogante se unió a Víctor Trucco, un bioquímico de San Jorge, Santa Fe. Juntos concluyeron que el excesivo uso del arado era el principal culpable de la degradación de los suelos.

Besa el suelo, documental

A este equipo se sumó Luis Giraudo, quien adquirió una sembradora brasileña adaptada para sembrar sobre los residuos de cultivos anteriores. Con esta maquinaria, comenzó a experimentar en campos argentinos. Inspirados por estos avances, productores como Jorge Romagnoli, de Monte Buey, Córdoba, adoptaron el método. En la campaña 1978-1979 se sembraron los primeros lotes de soja sobre trigo sin labranza, marcando el inicio de una nueva era agrícola.

La implementación de la siembra directa fue un proceso en el que la práctica precedió al conocimiento científico. “Muchos nos decían locos, pero entendimos que la agricultura convencional estaba destruyendo la materia orgánica”, recordó Víctor Trucco. El método no solo frenó la erosión, sino que también revolucionó la industria de la maquinaria agrícola en Argentina, dando lugar a sembradoras adaptadas que hoy se exportan a nivel global.

En la actualidad, entre el 92 y el 94% de las 33 millones de hectáreas sembradas en Argentina utilizan siembra directa, mientras que a nivel mundial esta técnica no supera el 12%. Según Pilu Giraudo, hija de Luis y presidenta honoraria de Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa), “fue un trabajo silencioso para difundir una solución probada”.

Reconocimiento global y nuevos horizontes

El éxito argentino no pasó desapercibido. El Banco de Desarrollo Africano contactó a los pioneros para replicar el modelo en regiones vulnerables del continente. Aunque esta transferencia de conocimiento aún está en sus primeras etapas, la siembra directa argentina demostró ser una solución viable y sostenible para enriquecer los suelos.

Besa el suelo, documental

“La siembra directa es la llave para conservar y mejorar la tierra. Aquí, decididamente, se besa el suelo”, afirma Giraudo, destacando el papel del trabajo público-privado en esta transformación.

Argentina no solo lideró una revolución agrícola, sino que demostró cómo la innovación puede abordar problemas ambientales globales. La siembra directa no es solo una técnica, sino un cambio de paradigma que sitúa al país como líder en sostenibilidad agrícola y conservación del suelo.

“Besa el suelo” destaca un problema global, pero los pioneros argentinos ya están mostrando al mundo una solución efectiva y escalable. Con cada hectárea cultivada, la siembra directa reafirma su potencial para asegurar el futuro de la agricultura y del planeta.