Avicultura sustentable en 2025: el rol clave del consumidor según un nuevo informe


En un contexto global de la avicultura donde los consumidores exigen cada vez más información sobre el impacto ambiental de los productos que adquieren, la industria avícola argentina da un paso clave hacia la transparencia y la sostenibilidad. Un reciente estudio llevado adelante por el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), en colaboración con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), midió las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en la cadena de producción del pollo, arrojando resultados reveladores que destacan no solo los puntos críticos del proceso, sino también la influencia directa que tiene el consumidor en la huella ambiental del producto.

La investigación se enmarca en la metodología del Análisis del Ciclo de Vida (ACV), que evalúa el impacto ambiental de un producto “de la cuna a la tumba”, es decir, desde la producción primaria hasta su consumo y descarte. Bajo esta lógica, el estudio determinó que las emisiones totales asociadas a la carne de pollo ascienden a 1,71 kg de CO₂ equivalente por kilogramo de carne en su etapa productiva, y 3,40 kg de CO₂ equivalente si se considera toda la cadena hasta su consumo final.

Una cadena de avicultura eficiente, pero con desafíos

La avicultura es una de las cadenas productoras de carne de mayor crecimiento en Argentina durante los últimos 20 años, con una faena que superó los 751 millones de animales en 2022. Según los investigadores, se trata de una actividad con alto valor agregado, generadora de empleo directo e indirecto, y fuerte proyección exportadora.

Producción avícola, Entre Ríos, avicultura

El estudio del INTI desglosa el impacto ambiental por etapas: la planta de alimentos o piensos representa el 22,11 % de las emisiones, seguida por las granjas de engorde de pollos (15,96 %), la logística y distribución (16,64 %), los frigoríficos (12,33 %) y, en una porción significativa, el consumidor final (28,39 %), quien contribuye con la cocción y el almacenamiento doméstico.

Esto último resalta un aspecto clave: el comportamiento del consumidor tiene un peso considerable en el impacto ambiental del pollo. Cocinar con eficiencia energética, reducir el desperdicio y optimizar la conservación de los alimentos en el hogar son acciones que pueden reducir sustancialmente la huella ecológica.

Hotspots y oportunidades de mejora

Uno de los principales “hotspots” o puntos críticos en términos de emisiones es la producción de piensos, no solo por los insumos, sino también por el transporte de materias primas. El informe sugiere priorizar proveedores cercanos a las plantas de alimentos, lo cual no solo reduce las emisiones, sino que mejora la rentabilidad.

avicultura

En cuanto a la recría y postura, su impacto ambiental es mínimo debido a la distribución del aporte de cada ave a lo largo de su vida útil. El proceso de incubación, en cambio, aporta algo más, principalmente por el consumo energético.

Las granjas de engorde son otro eslabón significativo, representando el 56,64 % de las emisiones y el 46,40 % del impacto en el uso de agua. Aquí, mejorar la eficiencia alimentaria y energética se presenta como una oportunidad concreta para reducir el impacto ambiental.

Los frigoríficos, por su parte, enfrentan desafíos ligados al consumo eléctrico y de combustibles, así como a las emisiones provenientes de las lagunas de tratamiento de efluentes. El informe recomienda optimizar estos procesos para mitigar su efecto sobre el cambio climático y el consumo de recursos.

Producción avícola, Entre Ríos, avicultura

Sostenibilidad y futuro

En términos comparativos, los valores obtenidos para la avicultura argentina se encuentran dentro de los rangos internacionales e incluso por debajo en varios casos, lo que se atribuye a la eficiencia de los procesos locales y al uso de técnicas como la siembra directa y el cultivo en secano, que reducen tanto las emisiones como el consumo hídrico.

Finalmente, el estudio plantea como desafío futuro el uso eficiente de la energía y la incorporación de fuentes renovables. Además, destaca la importancia de involucrar al consumidor en la cadena de sostenibilidad, promoviendo un consumo más consciente y responsable.

En síntesis, la producción de carne de pollo en Argentina muestra avances significativos en términos de sostenibilidad, pero también deja claro que la colaboración de todos los actores —desde productores hasta consumidores— es clave para lograr un sistema alimentario verdaderamente sustentable.