Alfalfa: los secretos del cultivo que puede tener “hasta 6 cosechas por campaña”


La alfalfa en Argentina demostró ser un cultivo con gran potencial, tanto en términos de producción como de rentabilidad. Alfredo Abboud, CEO de la Compañía Argentina de Alfalfas y Forrajes (CADAF), destaca cómo la alfalfa puede ofrecer revancha a los productores, comparado con otros cultivos como la soja.

Aunque la siembra de alfalfa fue históricamente significativa en Argentina, con aproximadamente 3,5 millones de hectáreas sembradas, gran parte de esta se destina al pastoreo y no a la henificación. Abboud resalta en una entrevista con AgrofyNews que la henificación, que implica procesarla para su conservación y uso posterior, presenta un enorme potencial, aún subutilizado en el país.

Argentina se encuentra entre los principales productores a nivel mundial, pero su participación en el mercado de henificación es aún modesta. CADAF, con su planta de 5.700 metros cuadrados en San Francisco, Córdoba, es un ejemplo de cómo se puede agregar valor al cultivo. La planta tiene una capacidad de procesamiento de 60.000 toneladas de alfalfa al año y un acopio que alcanza las 9.000 toneladas. La fábrica transforma henos de 550 kilogramos en megafardos de hasta 900 kilogramos, lo que mejora la eficiencia del transporte y facilita la exportación a países del Medio Oriente como Emiratos Árabes, Arabia Saudita, Qatar y Kuwait. La cercanía de la planta a una vía de tren también contribuye a una logística más efectiva.

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Abboud asegura que, en la actualidad, la alfalfa es más rentable que la soja, aunque esta rentabilidad puede variar según la zona, el clima, y las condiciones del suelo. La alfalfa se siembra idealmente entre abril y mayo, y los primeros cortes se realizan entre septiembre y octubre. La producción puede alcanzar hasta 20 toneladas por hectárea al año, y en algunos casos excepcionales, hasta 30 toneladas. Sin embargo, la calidad del cultivo depende en gran medida de factores como la fertilización, el riego y el momento del corte.

Una hectárea de alfalfa bien manejada puede ser más rentable debido a la posibilidad de realizar múltiples cortes durante la temporada. Abboud destaca que se paga por peso y no por volumen, lo que significa que una bien manejada y de alta calidad puede ser más valiosa. En el mercado hay varias variedades de alfalfa, y cada una tiene características diferentes según el grupo de crecimiento y la resistencia a las condiciones climáticas.

La competencia no solo proviene de la soja, sino también de otros cultivos como el trigo y el maíz, que solo tienen una cosecha al año. CADAF trabaja para estabilizar la producción a través de contratos a largo plazo con productores que cumplen con estándares de calidad. La empresa también participa en la producción directa y trabaja con otros productores para asegurar un suministro constante.

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En 2023, el complejo en Argentina generó exportaciones por 47,93 millones de dólares, con un crecimiento del 11,9% en valor respecto al año anterior. Además de CADAF, hay otras importantes industrias en Córdoba, como Alfacal y Fondomonte, y en otras regiones del país, como Santiago del Estero y Bahía Blanca. La alfalfa se corta en el campo, se deja secar al sol y luego se convierte en megafardos, que se estabilizan durante 20 a 25 días antes de ser exportados.

Abboud subraya que Argentina es el segundo productor mundial de alfalfa en términos de hectáreas sembradas y que la calidad de los megafardos argentinos compite con la de los líderes del mercado, como Estados Unidos. Sin embargo, el verdadero potencial no solo radica en el mercado externo, sino también en la mejora de la eficiencia en la producción local, lo que puede traducirse en una mayor productividad en establecimientos lecheros y otros usos. Según Abboud, ka calidad puede ser vendida tanto en el mercado interno como externo, lo que garantiza su demanda durante todo el año.